Cuatro y ochenta y dos años sirviendo
Autor: Jesús Domingo Martínez

 

 

Benedicto XVI acaba de cumplir ochenta y dos años, en la misma semana en la que se cumplirá también el cuarto aniversario de su elección como Papa. Los dos son motivos de celebración y de acción de gracias al Señor por una vida larga, vivida desde Cristo en la Iglesia, y entregada al servicio de los demás, y por el tiempo de pontificado transcurrido, que ha borrado con los hechos la caricatura que algunos nos quisieron dibujar en un principio. En este tiempo, el Papa ha dejado su particular impronta de hombre sencillo y humilde trabajador de la viña del Señor, a la par que de teólogo sobresaliente y riguroso. Su primera encíclica Dios es Amor es toda una declaración de principios, en la que se refleja, con inusitada hondura y claridad, lo esencial de la fe cristiana. El resto de sus escritos, y especialmente la exhortación postsinodal acerca de la Eucaristía y su libro sobre Jesús de Nazaret profundiza en esta misma senda y nos hacen augurar, si Dios quiere, un pontificado muy fecundo. Su ejemplo de vida, su obra intelectual y su magisterio son un regalo de Dios, en el que conviven, sólidamente y sin complejos, una fe abierta a la razón y una razón iluminada por la fe. Nada mejor como antídoto a un tiempo de relativismo y pensamiento débil que necesita referentes que nos ayuden en la búsqueda y el descubrimiento de la Verdad, para poder cooperar en su difusión. No es de extrañar que haya quienes no estén dispuestos a seguir un mensaje claro y bien fundamentado, pero no ¿les parece que es a esto a lo que se exponen los que trabajan desinteresadamente en la Viña del señor?