La otra gran crisis

Autor: Jesús Domingo Martínez

 

 

Con demasiada frecuencia es noticia el desmantelamiento por la Policía de redes de pornografía infantil. Además, ¿pura casualidad? Siempre es la mayor red, es decir que cada vez es más grande. Eso permite pensar que en nuestra sociedad está aflorando una profunda crisis moral.

Hace años afirmaba Papa Juan Pablo II, en su encíclica "Evangelium Vitae", que el valor de la democracia se mantiene o se cae con los valores que encarna. Y justamente lo que se observa por doquier es una crisis de principios éticos que afecta a nuestras conductas y hábitos. El problema de fondo, denunciado desde hace tiempo por la Iglesia, tiene mucho que ver con el relativismo permisivo, impulsado por cierto tipo de políticas sociales que están poniendo en grave riesgo la propia democracia. Así, una sociedad que reclama e incluso aplaude una legislación a favor de la cultura de la muerte es una sociedad enferma, en la medida que no reconoce la dignidad humana como principio que está por encima del orden político. No se puede perder de vista que tenemos por delante la lenta tarea de recuperar una estima por lo humano que respete la dignidad infinita de toda persona.