Por la conservación y el crecimiento de la fe

Autor: Jesús Domingo Martínez

 

 

Con frecuencia nuestra oraciones y plegarias a Dios y a la Virgen están relacionadas con "grandes bienes muy importantes" para el hombre y para sus familias: la salud propia o de los seres más queridos, la estabilidad y el amor en el matrimonio, la unidad y la armonía familiar, la seguridad del puesto de trabajo, el éxito en los estudios y en el ejercicio de la profesión, la buena marcha del negocio propio o de la empresa, el que no se pierdan las buenas amistades…

Sin embargo, sin quitar importancia a estas peticiones, "muy legítimas y fácilmente comprensibles", sería conveniente cuestionarse si habría que pedir por la fe cristiana de las familias y de los jóvenes de España. "La fe –según el cardenal de Madrid- es el gran don de Dios para el hombre que busca y precisa conocer la verdad y el sentido último de la existencia terrena en su plenitud, que quiere mantener la esperanza en la Vida verdadera por la que son vencidos el mal, el pecado, la muerte temporal y eterna, y que necesita, sobre todo, para poder subsistir con la dignidad propia de la persona, descubrir el amor auténtico y vivir de su fuerza y dinamismo: el amor de Dios "que es el Amor" y que le lleva infaliblemente al amor del hombre que es su hermano". Sería bueno que los católicos en nuestras peticiones fuéramos católicos, universales, para que se conserve y aumente la fe.