La libertad religiosa: un bien para toda sociedad

Autor: Jesús Domingo Martínez

 

 

Sólo a través de la confianza recíproca es posible comprender que la libertad religiosa, expresión suprema de la libertad personal, no es una amenaza, como tampoco una fuente de conflictos. Antes al contrario, es la máxima garantía de que la ordenación de la vida comunitaria es fruto de la búsqueda consciente de la verdad, y no se edifica a partir de ideologías impuestas, ni se construye a partir de la coacción ejercida por el poder político o religioso. Ni el hombre puede ser obligado a actuar contra su conciencia, ni se le puede impedir que actúe conforme a ella. Éste es el anverso y el reverso de una moneda cuyo valor real no sólo desconocen los integrismos religiosos, sino también los integrismos ideológicos que, como sucede en algunas latitudes de la vieja Europa, desprecian la dimensión comunitaria de las convicciones religiosas, al tiempo que niegan la contribución positiva de la Libertad Religiosa al bien común de los pueblos.