La familiar, una educación sensata
Autor: Jesús Domingo Martínez

 

 

Como muchos otros españoles de mi edad, procedo de una familia numerosa cosa que me ha permitido gozar de una buena educación, puesto que la familia era el mejor lugar de practicar las virtudes fundamentales y de aprender de los hermanos mayores. Cuando nuestros padres nos criaron, con menos recursos e información sin duda que ahora, lo hicieron a partir de dos premisas básicas que no requieren más que de la mínima sensatez de dos personas que dedicaban infinitas horas a sus seis hijos e hijas y a las pocas tierras y viñas que les daba, en parte, de comer. Algo tan sencillo como enseñar a vivir en el hogar con cariño y normas, transmitiéndonos valores que recibieron de sus padres y que no podemos abandonar en nuestro camino si no queremos crear una sociedad en la que los hoy niños, y después jóvenes, se conviertan en parásitos incapaces de ser felices ni de que nadie alrededor lo sea.

Reflexionemos un poco y pronto sacaremos la conclusión de que no hemos tomado el camino correcto a la vista de los acontecimientos que se están dando. Estamos creando adolescentes, mi trabajo como profesor de secundaria me lo muestra a diario, que no son capaces de convivir con sus iguales, insolidarios y apáticos, absolutamente manipulables y con una personalidad vacía y superficial, que son la desdicha de quien vive cerca de ellos.

Seamos serios y no nos quedemos con lo anecdótico, aceptemos que los hechos conflictivos que estos días salen a la luz son la lógica consecuencia del gran vacío que existe en la transmisión de valores que todos los padres y madres, y después la escuela, estamos obligados a dar a nuestros niños para que puedan ser en la vida personas íntegras y felices. Para ello considero importante que los padres puedan escoger el centro educativo que mejor

Se adapte a sus principios.