En defensa de la familia y de la vida
Autor: Jesús Domingo Martínez

 

 

La familia es el núcleo moral de la sociedad, y no es extraño, por ello, que aparezca una y otra vez como la institución más valorada por los españoles, según todas las encuestas. En el ámbito familiar tienen su sede principal los afectos más profundos y la solidaridad que dignifican la condición humana. Es lógico, por tanto, que las políticas laicistas tengan como objetivo básico relativizar el significado de una institución que mantiene por su propia naturaleza unos principios ajenos al egoísmo individualista y a la confusión interesada de valores.

Pienso que la convocatoria del encuentro de finales de año en defensa de la familia cristiana no iba dirigido contra nada, ni contra nadie, sino a favor de una realidad multisecular que necesita ser reafirmada en nuestro tiempo. Es notorio que la legislatura que ahora ha terminado haya estado marcada por una doctrina laicista que ni siquiera comparten todos los sectores de la izquierda. La ley del matrimonio homosexual y el llamado "divorcio exprés", así como la polémica asignatura de Educación para la Ciudadanía, no suponen -como pretende el presidente del Gobierno- la ampliación de supuestos "derechos sociales", sino que ofrecen una versión ideológica de la vida que rechazan sin rodeos muchos millones de ciudadanos. Las recientes investigaciones sobre prácticas infames en materia de interrupción voluntaria del embarazo han roto también el tabú sobre el aborto, en el marco de una nueva llamada a valorar como merece el derecho a la vida desde su origen, indudablemente anterior al nacimiento.