¿Por qué la educación?

Autor: Jesús Domingo Martínez

 

 

La evolución del posicionamiento socio político de los partidos de izquierda, que parte de presupuestos ideológicos claros, sorprende la cesión en algunos temas, relacionados con la economía, el mercado y la estructuración social, entre otros, o, recientemente y en España, con la concepción de las estructuras de poder, donde de la férrea disciplina centralista se ha avanzado hacia la diversificación y cesión de parcelas de poder en manos de los gobiernos autonómicos. Sin embargo, frente a estas cuestiones donde el diálogo entre partidos políticos es posible, se erigen otros donde la ideología pesa tanto que dejan el margen de maniobra y el diálogo reducidos a la mínima expresión. Es el caso de materias relacionadas con la educación, la sanidad, la justicia o la familia, donde las cosas o son como se deducen unívocamente del sustrato ideológico o no son.

Esta batalla sin tregua, ni desánimo se plantea con tenacidad en la educación, donde el consenso es imposible, como muestra la larga colección de leyes que se han sucedido en los treinta últimos años en España. En este terreno, el “progresismo” ve con malos ojos la coexistencia de enseñanza pública y privada, y no asimila la financiación mediante conciertos económicos, por parte de las administraciones públicas a centros educativos privados que, adaptándose a la normativa impuesta en materia de educación, poseen un ideario, del que derivan métodos, sistemas y enfoques educativos que, como en el caso de la enseñanza pública, contribuyen al bien común. Es el caso de reconocimiento de la enseñanza diferencia o, como ocurre con la última ley (LOE) con la imposición de la asignatura de “Educación para la ciudadanía”. Tal vez sea por que es el medio del que piensan disponer para imponer la ideología de género, por cierto, lo poco que queda de los principios marxistas que les dieron origen.