Juan 6, 35-40:
La voluntad de Jesús es consoladora y compasivaAutor: Padre Javier Soteras
Con permiso de Radio María, Argentina
Juan 6, 35-40
Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed. Pero ya les he dicho: ustedes me han visto y sin embargo no creen. Todo lo que me da el Padre viene a mí, y al que venga a mí yo no lo rechazaré, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió. La voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que el que ve al Hijo y cree en él, tenga Vida eterna y que yo lo resucite en el último día".
Reflexión
Con el texto del Evangelio de hoy que empieza a repetir el último verso del
de ayer comienza el Discurso propiamente dicho del Pan de Vida en el que
Jesús mismo se ofrece como alimento.
Este discurso refleja el genio realmente de la pluma del Evangelio de Juan
de modo parecido como el discurso del Monte en Mateo, el Discurso del Pan de
Vida encierra todo un mensaje que nos invita a meternos dentro del misterio
que se revela en la persona de Jesús. Algunos autores con bases en textos
sapienciales del Antiguo Testamento creen que el maná del desierto
representa a la sabiduría que Dios da al hombre y explican al pan de vida
como el nuevo maná, como la Palabra y la revelación divina que Jesús
trasmite al que cree en El.
En el Antiguo Testamento muchas veces el maná en los textos sapienciales
aparece como el lugar donde Dios ha hecho saber sus caminos, su sabiduría.
En el Nuevo Testamento Jesús, el nuevo pan de vida o el Pan de Vida con
mayúscula vendría en la Palabra a revelar el misterio. En ésta línea se
entroncan Clemente, Filón de Alejandría, Orígenes, Eusebio, Padres de la
Iglesia, que en términos alegóricos entienden el tema del pan. Sin embargo
para otros el pan de vida es la carne de Jesús.
Es decir es el Pan Eucarístico. Por ejemplo: San Juan Crisóstomo, San
Gregorio de Niza, Cirilo de Jerusalén, Cirilo de Alejandría entienden así:
Como a lo que se hace referencia en el pan de vida en el texto de Juan es la
carne de Jesús, la Eucaristía. Nosotros vamos a meternos en el texto mucho
más allá de éstas perspectivas desde el lugar donde Jesús, el Pan de Vida,
dice, expresa alegóricamente como camino de sabiduría, concretamente como la
carne de Jesús, o las dos cosas me parece podríamos incorporar desde la
Teología Patrística.
Nos metemos nosotros desde ésta dimensión donde el Señor muestra la voluntad
del Padre que tiene que ver con que todos se salven, como dice hoy la
Palabra: que tengan vida y no cualquier vida sino vida en plenitud dice
Jesús.
La voluntad del Padre expresada en Jesús es una voluntad de amor a los
desprotegidos, a los desplazados como claramente viene marcando desde una
categoría sociocultural la Iglesia en éste tiempo. Son ciegos, son
paralíticos, son sordos, son prostitutas, son personas que desvarían en su
opresión interior. Los leprosos, que tienen que vivir en las afueras de la
ciudad, marginales.
Es una voluntad, un querer sobre la marginalidad en torno a la cual se
entrega Jesús. En éste sentido la voluntad del Padre que se expresa en la
persona de Jesús, en la carne y en la sabiduría de Jesús es una voluntad de
compasión. Sintió compasión de ellos, dice el texto anterior al Discurso del
Pan de Vida y por esa compasión que sintió por ellos fue que decidió
multiplicar su presencia para que todos pudieran alimentarse del pan de
Dios.
En éste sentido si es que nosotros hemos descubierto ésta obra magnifica
obra de Dios de Radio María que se extiende en el mundo por muchos países y
en Argentina que va cubriendo todo el territorio nacional. Es de las redes
más grandes que se pueden ver se van construyendo radiofónicamente en el
país pero no en términos de empresa ni mucho menos sino descubrir que es
porque Jesús se multiplica.
Nos hace mucho bien entrar en ésta dimensión de ver que el Pan de la
Palabra, la presencia viva de Jesús como en aquel milagro de la
Multiplicación de los Panes se multiplica desde éste lugar para que todos
puedan alimentarse de ella. Esta es la red de Radio María.
Es como un símbolo de estos tiempos de la multiplicación de los panes. De la
providencia de Dios obrando en la persona de Jesús y cumpliendo con ésta
voluntad que todos se alimenten del pan de la Palabra para que encuentren en
ella el sentido que falta en estos tiempos que estamos viviendo.
Esta es la voluntad compasiva de Jesús derramada sobre nosotros. Debemos
tratar de descubrir como se expresa la voluntad del Padre en la persona de
Jesús y cuales son los rasgos de ésta voluntad y como se diferencia la
voluntad con la que Jesús se muestra a otras voluntades con las que a veces
nosotros nos entremezclamos.
Decíamos de ésta voluntad de compasión de Jesús que redime. La compasión
salva. Cuando uno está mal, se siente herido, se siente despreciado,
desplazado, no reconocido, desvalorizado, deprimido, entristecido, excluido,
arrinconado, esto que nos pone en una situación como lechuga en el freezer
diría, todo como acurrucado.
Un gesto de compasión nos rescata, no redime realmente. Cuando lo tenemos
también. Cuando nosotros vemos que alguien está así y nos acercamos en
actitud compasiva nosotros somos capaces de sacarlo a los otros de ese lugar
de exclusión, de rincón. Es una voluntad que redime la voluntad compasiva.
La voluntad de Jesús que muestra la voluntad del Padre, es una voluntad
orante. Es el lugar desde donde contemplando el misterio podemos crecer,
avanzar en el proyecto del Padre. El Cristo que pasa horas a solas con el
Padre.
Es el que dice: nadie conoce al Hijo sino el Padre y nadie conoce al Padre
sino el hijo y aquel a quien el hijo se lo quiera dar a conocer.
El conocimiento de la persona del Padre, del Hijo, pasa por éste lugar clave
que es el vincularnos con la voluntad orante de Jesús que nos invita también
a nosotros a reformular nuestro querer en clave orante. Vincularnos
amorosamente desde la oración a la persona de Jesús. Es la voluntad también
de Jesús que es la del Padre que se vincula a nosotros. Es una voluntad que
dignifica, es un querer que dignifica.
Cuando Jesús dice: yo vengo a hacer la voluntad del Padre parte de esa
voluntad aparte de ser una voluntad orante que nos lleva a la oración, una
voluntad compasiva, es una voluntad que se compromete con lo marginal, es
también una voluntad dignificadota. Mujer, ¿alguien te condena?. Le dice
Jesús a la prostituta. Nadie. Yo tampoco te condeno. pero fijate, empezá a
recorrer otros caminos porque por allí tu vida se denigra, no tiene sentido,
se opaca, se pierde, se destruye, se corrompe.
Es ésta voluntad, es éste querer, es ésta decisión reconciliadora de Jesús
que alegóricamente aparece expresada en el capítulo 15 del Evangelio de
Lucas cuando el Señor nos regala esas hermosísimas parábolas de la
misericordia donde la más paradigmática, la más representativa es aquella
del Padre compasivo esperando la vuelta del hijo que buscó otros caminos y
se perdió por otros caminos.
El Padre que lo atrae con su mirada, con su confianza y espera la vuelta. Es
la voluntad que reconcilia. También la voluntad de Jesús es una voluntad
firme, es una voluntad que no negocia. No intransigente sino firme e
innegociable. Es decir no se trata de repetirse en lo que fue sino que
realmente la propuesta de Jesús es nueva y algunas tradiciones que han
venido como a opacar la ley y la propuesta de Dios en el misterio de la
alianza con su pueblo Jesús la saca a latigazos: la casa de mi Padre no es
un lugar de comercio.
No es un lugar para hacer negocios. Es un lugar para adorar, orar,
encontrarse con los hermanos, proyectar la vida, trabajar por la justicia,
vivir en paz y ofrecer la paz. Es una voluntad firme la de Jesús. Es una
voluntad que no tiene miedo a las consecuencias que siguen de su discurso.
No le interesa que los demás estén confabulando para ver como hacen para
dársela.
No es que no lo sepa es que no le interesa. No es que no entienda que su
discurso no es bienvenido para todos y que lo que dice es a veces bastante
conflictivo para algunos porque lo saca de su lugar de poder, de su lugar
establecido. No es que la voluntad es acomodaticia por parte de Jesús. Es
una voluntad firme, No se adapta, entre comillas, a las circunstancias y la
supera desde la propuesta del Reino.
Es una voluntad muy generosa la de Jesús. Cuando Jesús dice: Yo vengo a
hacer la voluntad de mi Padre esta diciendo todo esto. Esta hablando de
generosidad, de reconciliación, de dignificación, es una voluntad orante,
compasiva, vinculada a los desprotegidos, decíamos a los ciegos,
paralíticos, sordos, leprosos, desplazados, a los que no tienen poder, a los
desapoderados, a los que no cuentas. Es una voluntad de amor la que Jesús
nos ofrece.
La voluntad de Jesús es dignificante, es amante de la pobreza, de los
desprotegidos y los desposeídos, de los desplazados. Esta voluntad de amor
levanta a los caídos. Resucita perdonando, resucita trayendo luz,
sosteniendo al débil. El amor de Dios resucita. La Gracia de voluntad de
Jesús pone de pie. Yo lo resucitaré dice hoy la Palabra al final del tiempo.
Es ahora ese final del tiempo. Ese final de tiempo es este que transcurre
entre la primera y segunda venida de Jesús. Es el tiempo final. Es el tiempo
que transcurre entre Belén y el final del tiempo y la apocalíptica, el final
de la historia y es en éste tiempo donde el Señor nos pone de pie. Por eso
buscamos abrirnos a la voluntad del amor del Padre. Esta voluntad suya en la
persona de Jesús atrae, seduce. La Palabra del salmista lo dice: me
sedujiste y yo me dejé seducir Señor.
Esta presencia amorosa de la voluntad del Padre en la persona de Jesús es
fuerte como dice la Palabra. Como dice la Palabra es más fuerte el amor que
la muerte. Esta presencia de la voluntad de Jesús que expresa la voluntad
del Padre es la que no solo resucita sino que también da ánimo en la
fragilidad, en la debilidad. Pablo lo expresa claramente esto cuando dice:
todo lo puedo en aquel que me conforta. Es una voluntad que siempre está
mirando más allá.
Es la que expresa el Padre de la Parábola del hijo pródigo: lo vio de lejos.
Es decir está mirando a la distancia del que está más lejos. Busca al que se
ha perdido y está siempre mirando, contemplando al que se puso más distante.
Va más allá. Sale al encuentro del que está perdido. Se diferencia la
voluntad que muestra Jesús de algunos quereres intransigentes, de algunas
voluntades de poder, de imposición rígida.
Cuando se dice una persona voluntariosa uno se figura que una persona como
maciza y con capacidad de imposición de su querer porque hay toda una
filosofía, un modo de entender desde Nietsche para acá avanzando sobre
sistemas políticos donde la voluntad de poder, voluntad intransigente se
traduce en expresiones totalitarias: el nazismo, fascismo, toda la corriente
militarista prusiana tiene como ésta misma raíz filosófica de comprensión de
la voluntad humana capaz de redimirse a si mismo el hombre con el ejercicio
del poder y la imposición por encima de cualquier miramiento, sin ningún
tipo de contemplación y estamos todos como un poco afectados por esto y por
eso la necesidad de la conversión, la llamada a cambiar nuestro querer.
Es decir a reorientar nuestra voluntad, a hacerla al modo del Padre. Para
esto el Padre dice: éste es mi hijo muy querido en dos oportunidades en el
Bautismo y otra en la Transfiguración de Jesús y en los dos momentos la
invitación del Padre a ver, a contemplar a Jesús termina con una indicación
o moción: escúchenlo. Es decir nuestra posibilidad de cambiar nuestro querer
está en la escucha de la voluntad del Padre se expresa en la escucha de la
Palabra del Hijo que trae luz.