Una semilla vale mucho

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

 

“Aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él”(Mt 11yss)


¿A quién no le agrada un reconocimiento por sus méritos?. Sólo desde la humildad y desde la verdad cuesta poco alegrarse de la virtud del otro. Las descalificaciones, las más de las veces, encierran un alto complejo y grado de debilidad. 

Para piropo… el que dirigió Jesús hacia Juan Bautista: “os ha aseguro que no ha nacido uno más grande de mujer”.

También nosotros podemos ser un poco “bautistas”; eslabones entre lo antiguo y lo nuevo. Hay situaciones que merecen la pena ser superadas. Momentos que nos exigen una decisión concreta aunque sea dura. Quedarse de brazos cruzados, no siempre, es sinónimo de prudencia sino de absentismo o cobardía.. Aquello de: “vale más una pequeña obra que millones de palabras” es una llamada a comprometernos eficazmente para que nuestro mundo, en alguno de sus rincones, se convierta en un paladar con gusto a Dios.

En estos días previos a la Navidad, ya que todo no lo podemos hacer nuevo, intentemos contemplar la realidad con otros ojos, vivir el momento con otro corazón, actuar sin tanto prejuicio que levantan delante de nosotros barreras infranqueables.

Sin hacer demasiado, pero realizando lo importante, podemos ser mayores que aquel que fue llamado “el más grande de mujer”:

No pensemos que las grandes transformaciones del mundo vendrán por arte de magia. No caigamos en el defecto de soñar con una civilización y una cultura que cambien de la noche a la mañana….eso ocurre sólo en las películas.

Cuando uno se compromete en las pequeñas cosas de cada día, ahí, se va generando una corriente positiva que es la que estamos llamados a revitalizar y soplar. ¿Y eso no es ser grande?


¿Soy consciente que en las justas conquistas de cada día es donde caen las semillas del Reino de Dios?

¿Suelo huir y dejo que sean los demás quienes se comprometan en situaciones que me pueden traer complicaciones o incomprensiones?