La meditación del Santo Rosario

Autor: Padre Javier Leoz

 

Cuando uno/a se adentra en un templo católico puede, en verdad, quedar sorprendido o decepcionado por el rezo reiterativo de una devoción, antigua e importante en la piedad popular, como es el Santo Rosario.

Prescindiendo de sus connotaciones históricas –que las tiene- podriamos preguntarnos ¿qué sentido tiene en estos tiempos? ¿tiene vigencia aquí y ahora....?

Para explicar el sentido, primero y último, de esta devoción a mí se me ocurre lo siguiente:

Cuando nos encontramos frente a una persona a la que queremos ,en la conversación, suelen salir “los momentos del ayer”. Es decir: lo que fue en antaño –para bien o para mal- su vida.

Al iniciar el rezo del Santo Rosario, para cogerle gusto y sacar provecho abundante, debiera ser para nosotros un “recordar las mejores estampas y los mejores acontecimientos en los que estuvo cerca María”. 

Al rezar con los MISTERIOSOS GOZOSOS le decimos: recordamos María el día en que tu corazón se engrandeció para Dios o el momento en que, siendo decidida, te lanzaste camino de EinKarem para visitar a tu prima Santa Isabel y darle la noticia de la Encarnación. ¡Cómo no recordar y decirte AVE MARIA! al volar nuestro pensamiento hacia aquel día en que fuiste Madre en Belén. ¡Cómo no decir AVE MARIA ante la emoción, que para ti supondría, presentar al Niño en el templo o, incluso, la satisfacción de verlo y recobrarlo en el templo cuando tú pensabas que andaba perdido. ¡COMO NO DECIRTE 50 VECES AVE MARIA EN ESTOS MOMENTOS DE GOZO PARA TI MADRE DE DIOS! 

Al rumiar los MISTERIOS DOLOROSOS....nos solidarizamos contigo Santa María Madre Dios. Te decimos que te queremos aún llevando hasta tu memoria momentos históricos en la Pasión de Jesús. ¡Qué cerca andarías de Getsemaní! ¡Cómo volverías los ojos ante un Hijo azotado y burlado¡ ¡Cómo no recordar aquel instante, en que estoy seguro, hubieras querido ser golondrina para quitar espinas a aquella corona!¡Cómo no irías, de esquina en esquina, para contemplar impotente el paso pesado de la Cruz¡. Virgen María;..... ¡cómo no ser solidarios y recordarte aquella hora de soledad y traición al pie de la Cruz¡¡¡.

Incluso, con estas estampas y misterios dolorosos......te decimos que somos solidarios contigo. Si se quiere a una madre en los momentos de gozo ¡cómo no apreciarla y dirigirle nuestro cariño en otros aunque sean de prueba!. Con 50 Ave Marías te decimos que el dolor se hace más llevadero con la fé y la oración. 

Finalmente y, al meditar los MISTERIOS DE GLORIA, como un video, Santa María, proyectamos en la pantalla de tu mente las horas grandes del Hijo que fueron las tuyas propias. El instante del sepulcro vacío fue, estamos seguros, el revolcón supremo de tu corazón; la Ascensión de Cristo, sería la Gloria de una Madre que ve a su hijo en el podium merecido; la fuerza del Espíritu Santo te llenó de vida y de plenitud –entendiste y comprendiste el papel de Madre de la Iglesia-; y ¡cómo no Santa María!. Acaso tu Asunción para no caer al hondo de la tierra o la corona, con la que Dios te esperaba ,fueron hechizo y locura de un Padre que sabe agradecer lo que por El se hace en la tierra....¿lo recuerdas Santa María?...nosotros ¡SÏ!

También, por esos momentos de GLORIA, por esos instantes de TRIUNFO, con 50 ave marías te decimos....que nos ayudes por tu intercesión para que sea gloria nuestra vida y triunfo después de la muerte. 

Nunca, Virgen María, nos cansaremos de decir un... ¡TE QUIERO!. Y un, ¡te quiero! es cada Ave María y 50 en cada parte del Rosario. Es un no cansarnos, como nunca se cansan los enamorados, de decirse desde la mañana hasta la noche, mil veces, ¡te quiero! ¡te amo! ¡eres lo mejor! ¡ayúdame en esto! ¡confío en ti para aquello!

El Rosario, sus 50 Ave Marías, son precisamente todo eso: un repetir, como si fuera siempre nuevo, cada oración y cada Misterio. Y, como los enamorados, que siempre permanecen fieles (sean horas de alegría, de dolor o de éxito) ...50 veces te decimos que, por DIOS PADRENUESTRO, te queremos. Amén.