María, madre Nuestra

Una oración y una flor para la que tanto nos dio

Autor: Padre Javier Leoz

 

Asegura el viejo pensador: “Mira dentro de ti. Allá está la fuente del bien, que nunca se agotará con tal de que vayas excavando tu interior en cada instante”.

La Pascua, nos invita a descubrir esa alegría de esa fe cristiana que, a veces, tanto disimulamos y tanto nos cuesta manifestar.

Entregar una  flor “tulipán” a Santa María conlleva descubrir la belleza y el colorido que  aporta el mensaje de Cristo cuando se vive y se cuida con intensidad y con interés.

El “tulipán” florece a los cien días de ser sembrado y, después, va apagándose para en el próximo año y con el mismo bulbo volver a nacer.

María nos recuerda que la Palabra de Jesús se cumple. Vivamos con alegría y cerremos los ojos a este mundo con la misma alegría y certeza de saber que volveremos a encontrarnos por aquel que triunfó sobre la muerte: CRISTO.

Así lo sintió Ella, ni corta ni perezosa ( con la alegría de llevar en sus entrañas a Jesús) se puso en camino para hacerle saber a Santa Isabel lo que el ángel le había hecho partícipe. Mientras tanto, muchos de nosotros, aletargados y enmudecidos por no sé qué miedos o temores en los rincones de nuestras sacristías. Que no se apague el fuego de Pentecostés.