La historia de unos cuadros bonitos

Autor: Padre Javier Leoz

 


Una vez unos pintores organizaron una gran exposición de pintura. Entre las condiciones que pusieron, una de ellas, fue precisamente que fueran distintas, que los colores fueran diferentes y los marcos de diferente tamaño, que los temas trataran de paisajes y de iglesias, de autoretratos, abstracto...
Y...así fue.


Poco a poco fueron llegando diversos artistas, con distintas ideas y con distinto carácter y genio en la forma de expresarse pictoricamente y de transmitir sentimientos.


Los organizadores del evento estaban entusiasmados. No daban crédito a lo que veían: “qué éxito” “cuánta respuesta” “que pluralidad” “que distintas formas”....asentían mientras miraban los cuadros.


Uno a uno, los lienzos, iban siendo colgados con esmero sobre los paneles especialmente preparados. Había costado ¡casi nada!.... cerca de dos años ponerlos a punto. Y, además, eran casi 60 cuadros los que se habían seleccionado, mimad...para el gran día de la apertura.


Todo estaba a punto......el día y la hora; los vestidos con los que iban asistir a la inauguración; el banquete que les esperaba como premio a su esfuerzo.....
Pero, imprevisiblemente, surgieron algunas diferencias entre ellos. No se ponían de acuerdo en algo que era no precisamente importante para el acontecimiento. Eran malos entendidos, palabras dichas a tiempo o a destiempo, desconfianza entre alguno de ellos, malos humores o rumores..lo que sea...pero, lo cierto, es que los aficionados a la pintura, los que estaban esperando la Exposición.... comenzaron a enterarse de que los pintores no andaban bien entre ellos. 


Cuando estaban todos reunidos, se oyó en la puerta con fuerza: “pom pom”. Uno de ellos se levantó...la abrió y vio con sorpresa a un pintor famoso que preguntaba: “se puede entrar?”. Hombre, exclamó otro desde dentro, aún no está abierta la exposición.¡
El pintor visitante respondió: “no, no...yo no vengo por lo de la exposición...vengo a decirles que el día en que se inaugure veamos, además de lo bonito de los cuadros, la armonía, la paz y el respeto entre aquellos que lo han pintado...sino lo veremos todo de blanco y negro”. “Que vds tengan buena noche y sean vds los primeros en visitar los cuadros”.


En la sala se hizo un gran silencio y todos se preguntaban el por qué de aquella visita y el qué quería haber dicho con eso de “sean vds los primeros en visitar los cuadros”. 


Todos a uno, no hubo primero ni último, se levantaron y subieron escaleras arriba para JUNTOS contemplar, ver, juzgar y sonreir con el cuadro que había realizado cada uno. Cuando terminaron de ver toda su OBRA comprendieron que era mucho más lo que les unía que lo que les separaba, que no tenían derecho a ser “unos aguafiestas” del gran día que la ciudad esperaba: la belleza de unos cuadros bonitos no podía quedar empañada por la distancia y la frialdad de aquellos que habían puesto vida en ellos.


Finaliza la historia con aquello de que, olvidando diferencias, se dieron todos la mano. La exposición fue un gran éxito: artística y amistosamente