El peldaño del amor

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

“LO MAS GRANDE….EL AMOR” (1ªCor )  

En multitud de ocasiones comprobamos cómo el destino de un viaje está marcado y facilitado por mil caminos y senderos diferentes para llegar hasta él. Nunca faltan opciones que cada uno libremente piensa, discierne y concluye en el afán de llegar a un feliz final del trayecto;

-unos eligen un paisaje bordado por la naturaleza e invisiblemente cubierto por el oxígeno puro.

-otros se lanzan a través de la sobriedad y de la aridez del desierto.

-hay quienes emprenden su andadura  buscando el horizonte del mar con el premio de un buen puerto…o, los que desafiando al vértigo, despegan hacia el espacio.

Así podríamos ir enumerando claros y variados ejemplos resumidos en aquella famosa frase que todos conocemos: todos caminos conducen a Roma.

Pero el existir de un cristiano, vaya por donde vaya, siempre deberá ser señalizado, traspasado y condicionado por el amor. El amor es un vehículo de obligada matriculación para los que por el Bautismo recibimos el carnet de cristianos.

¡El amor ¡( palabra devaluada y adulterada por los que hacen del corazón un comercio) siempre será el peaje ineludible donde tendremos que detenernos para acuñar la sinceridad o la falsedad de nuestra vida.

¡El amor! es un peldaño que ninguno de los cristianos podemos sortear si queremos y decimos ser hermanos de Cristo y hermanos de los hermanos.

¡El amor!, dentro de la gran escalera que son los años de nuestra vida cristiana, es esa repisa sobre la que, a veces, preferimos pasar de puntillas por los riesgos que conlleva:

-nos exige renuncias personales para que brille el otro

-perdón para restañar heridas

-alegría aún estando por dentro rotos y llorando

-comprensión aún siendo conscientes  que la razón nos acompaña

-capacidad de escucha ante el implacable ruído que todo lo aborda y distorsiona

- …….

El amor, en el complejo rascacielos que es nuestra vida, es una escala de emergencia por la que hasta el más perdido encuentra razones para reencontrarse consigo mismo y con los demás.

El amor, por qué no decirlo,  no es ni mucho menos ese tablado folclórico del “ahora sí y luego no” que suena a hueco cuando muchos se suben a él no por gratuidad y si por sensacionalismo barato. No por altruismo noble y sincero y sí por notoriedad o afán del aplauso fácil y hasta de un reconocimiento del entorno.

El amor, hay que decirlo, tiene un principio y un fin: Dios y el hombre. Cuando nace de Dios el amor se hace eterno, nunca se cansa, se prolonga indefinidamente en el tiempo y en el espacio. Puede con todo y se abre a todos. Cuando el amor viene de Dios no busca a quién ofrecerlo….se desparrama en aquel necesitado que llama primero. El amor es ese peldaño que obligatoriamente hemos de utilizar para ascender a esa perfección cristiana por “ese camino excepcional y mejor” del cual nos habla San Pablo.

 

El pasado viernes estaba viendo un programa televisivo cuando iniciaron una entrevista con el famoso ex/jugador del Barça Julio Alberto. Me impresionó escuchar el cómo relataba su personal calvario por el mundo de las drogas. El cómo éstas nos visitan siempre a través de los más cercanos que luego vemos…. no eran tan amigos. Era impactante escuchar de los labios de Julio Alberto cómo, después de destrozar la habitación de un hotel, intentó suicidarse ante el vacío y el sinsentido de sus días.

La sorpresa de esta entrevista, que dejó KO al presentador y contertulios vino casi al final de la misma: “Entrar en este mundo es fácil pero salir es una incógnita. Tengo que agradecer a Proyecto Hombre la posibilidad de enfrentarme de nuevo a la vida. Pero, sobre todo, quiero agradecérselo a Dios. Soy muy creyente. He sentido muy de cerca el amor que Dios me tiene y eso…me ha hecho cambiar totalmente. Vamos…no me meto cura no sé por qué. “

Son palabras textuales de Julio Alberto ante una situación de drogodependencia y de desequilibrios que ha estado a punto de llevarle a la muerte.

Este testimonio me dejó con los ojos a cuadros. ¡Cuánto tiempo sin escuchar algo así y tan limpio y testimonial en un programa de máxima audiencia!: Sentí muy de cerca el amor de Dios…..soy profundamente creyente”.

Por eso mismo he querido acercaros esta vivencia de alguien tan conocido en el mundo del deporte que nos confirma de nuevo hasta que punto el amor de Dios es operante y operativo con y en nuestras vidas. A este afamado futbolista, cuando le fallaron lo amigos; cuando las glorias se le vinieron abajo; cuando ya no era  profeta en el deporte rey……descubrió que el amor de Dios era lo único que merecía la pena ser considerado: Intuyó que, el amor de Dios, era un peldaño por el que se recuperaba la salud y la paz, la alegría y la fe. Un peldaño que le daba la posibilidad de nuevos horizontes y sin tantos riesgos.

Qué bien suena (con redoble incluído) la invitación de San Pablo: “Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional”.

Ese camino no es otro que el amor. Cuando uno lo descubre no puede resistirse a vivir con él y según él. Y eso, entre otras cosas, da seguridad a nuestros pasos, paz a nuestras almas, ilusión a nuestro corazón y salud a nuestra mente.