El Cristo... del olvido

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

 

Nadie estamos exentos de errores pero, no siempre, encontramos a alguien que puntual y certeramente nos ayude a descubrirlos, superarlos o simplemente......a olvidarlos.

En cierta ocasión, una persona que tenía profundo TEMOR DE DIOS, decidió hacerse un análisis serio de cómo había sido la historia de su vida hasta ese momento. Se preguntaba en qué ocasiones, consciente o inconscientemente, había podido estar lejos del amor de Dios.
Una noche, movido por su afán de perfección y –a la vez- por la angustia que sentía, se incorporó del sueño y cogiendo un lápiz y un cuaderno comenzó a reseñar hoja tras hoja aquello que creía podía haber sido causa de ruptura con Dios:

-Las veces en que creía ser dueño de sí mismo
-Los momentos de tacañería con el necesitado
-La fragilidad e inconstancia en la oración
-El trato vejatorio a sus conocidos o amigos
-La moral y la ética un tanto relajadas que había llevado.......

Sin pensárselo demasiado, al día siguiente, optó por entrar en una Iglesia. Quería no solamente estampar en puño y letra sus limitaciones sino, además, hacérselas saber a Aquel que tantas veces había sido importante en su vida: JESÚS.

Entró en el templo y, al final de la nave, observó un gran crucifijo que llamaba a la piedad y al recogimiento. Miró hacia delante y hacia atrás, hacia un costado y hacia el otro....se acercó al Santo Cristo y le preguntó: “Señor....¿me permitirías contarte un poco mi vida?. Ante la callada por respuesta, aquel que quería cambiar de rumbo en su vida, se decidió a sacar de su bolsillo las cuartillas que contenían las noches más tristes y oscuras de su existencia.
Después de un extenso y emocionado monólogo con el Santo Cristo......levantando la cabeza le preguntó: “Señor...¿serás capaz de perdonarme todos estos pecados?”. Al momento, en el silencio tan sólo cortado por el chispear de los cirios, el Cristo le contestó: “¿Pecados?..¿qué pecados?. ¿No has leído aquello que está escrito bajo mis pies?”. Y, acercándose con curiosidad hasta sus plantas, leyó el siguiente texto: “cuando vengas que sepas que YO olvido todo”.

Aquella persona que entró llena de miedo y de preocupaciones hasta aquella iglesia. Que precisamente lo que le sobraban eran jueces en su vida y le faltaban amigos que le comprendieran y ayudaran....buscó y encontró al UNICO que puede perdonar y, en verdad, OLVIDAR todo lo que nos distancia de su AMOR: DIOS EN CRISTO.

Cuántas veces, DIOS QUE ES TAN DIOS, tiene corazón de hombre.
Cuántas veces, el HOMBRE que SOLO ES HOMBRE, se empeña en jugar a juez como si fuera DIOS.
A partir de aquel día aquel Santo Cristo pasó a llamarse: EL CRISTO DEL OLVIDO.