Domingo XIV del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Autor: Padre Javier Leoz

 

Medallas y anuncio


“ESTAD ALEGRES PORQUE VUESTROS NOMBRES ESTAN INSCRITOS EN EL CIELO” (Lc 10,1-12,17-20)

A tal mérito tal medalla. El mundo nos tiene tan acostumbrados al premio por lo que se realiza que resulta difícil emprender una gesta, sea pequeña o grande, sin correr el riesgo de pensar en el trueque correspondiente.

Alguien sentenció, con cierta razón, “que la condecoración es motor para el trabajo”.

Cuando uno se acerca al Evangelio, en este segundo domingo de verano, sabe de antemano que el anuncio del mensaje de Jesús conlleva (sobre todo en estos tiempos que nos toca vivir) no distinción, privilegio ni clase sino, todo lo contrario, rechazo. Vamos que, el que pretenda lucir hoy una medalla en su pecho, el camino del Evangelio no es precisamente un podium para conquistarla ni merecerla a los ojos de la sociedad.

Pero Jesús, que siempre tiene palabras de ánimo, nos orienta y empuja de nuevo hacia la misión:



¡Poneos en camino¡.Muchos intentarán que os quedéis quietos. Que vuestros criterios queden sepultados en el olvido

-Responded con la fuerza de vuestras convicciones más profundas: lo que no hagáis nadie lo hará por vosotros.

¡Mirad que os mando como corderos en medio de lobos!. Pensaréis que muchos estarán con vosotros y, luego, os daréis cuenta que viven de espaldas con lo que dicen creer

-Responded con la constancia de vuestro trabajo. Las fieras también se pueden domesticar.

¡No andéis cambiando de casa!. Entrad para conocer muy de cerca la realidad de los hombres y mujeres que os rodean. Pero, que esas circunstancias, no os impidan vivir con intensidad y con libertad vuestra relación con otras personas. 

-Que la espesura del bosque no obstaculice la visión del horizonte al que estáis llamados.

¡No llevéis alforja, ni sandalias!. Tened las manos libres para abrazar con libertad y sin condiciones. 

-Soltad el volante de las falsas seguridades para agarraros a mi Palabra que nunca os ha de faltar ni defraudar

¡Está cerca el reino de Dios!. No perdáis la esperanza. Aunque todo os parezca estío e infructífero; vuestros esfuerzos baldíos; la siembra aparentemente perdida; la creatividad puesta en tela de juicio……pensad que Yo estoy cerca de vosotros. 

-En la prueba y en el sufrimiento, en las dudas y en el esfuerzo es donde lleváis las mismas marcas que el anuncio del reino dejó en mi cuerpo

¡Vuestros nombres están inscritos en el cielo!. Esa es la máxima y verdadera condecoración a la que tenéis y debéis de aspirar: EL RECONOCIMIENTO DE DIOS Y SU ABRAZO DEFINITIVO.

-Cesan las luchas en la tierra y comienza el descanso celeste

-Se apagan las luces del mundo y se enciende la antesala del cielo

-Cicatrizan las heridas causadas por el anuncio y empieza a divisarse aquello por lo que dimos la vida, las horas, la sangre y por lo que vertimos tantas lágrimas a tiempo y destiempo


¡Gracias, Señor, Tú eres la medalla de oro a la que yo aspiro!