Domingo XIII del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Autor: Padre Javier Leoz

 

De la tierra yo quisiera un cielo

“Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?”

YO QUISIERA QUE……

La Palabra de Dios (y no la mía por supuesto) moviera de tal manera el interior de los oyentes que les hiciera mudar de un antes tortuoso a un después lleno de felicidad
La Eucaristía (aquella que se necesita y que no se celebra por simple obligación) fuera la presencia real y misteriosa de un Jesús que alimenta los deseos de vivir según El.
Las catequesis se convirtieran en encuentros personales y comunitarios con la vida del Resucitado. Trampolines de un descubrimiento impresionante de Aquel que dio el todo por los hombres
Nunca la sangre caliente se impusiera al sentido común. Se atrae más con miel que con hiel. Se predica al estilo de Jesús cuando se propone…..uno se aleja de su modo de entender las cosas cuando se impone.
Los sacerdotes fuésemos juglares y heraldos de un evangelio que ni se compra ni se vende sino que, a favor y en contra, se presenta tan y cual es. Que pregonásemos con convencimiento, y sin rubor alguno, un mensaje que desata reacciones de pasión y odio, interés e indiferencia, vida y sufrimiento. Que huyésemos de aquellas seguridades que, a veces, nos convierten en simples funcionarios o dispensadores de servicios.
La religiosidad popular (esa que expresamos exteriormente empujada por una fuerza interna) no se quedase reducida a los parámetros de la cultura o de las características de un pueblo. 
El mundo (mi parroquia y mi pueblo, mi familia y mis amigos, mis compañeros y mis amistades, etc.,) acogieran a Jesús con la misma alegría y el mismo encanto que aquellos primeros apóstoles que dejaron todo por seguirle.
Los medios de comunicación social se hicieran eco de el mensaje del Evangelio como la mayor novedad para sus audiencias

Yo quisiera, como decía Santa Teresita del Niño Jesús, que este mundo fuera un pedazo de cielo. A veces, también yo pienso en esas “llamaradas” que pedían los entusiastas y cabreados amigos de Jesús ante la dureza y cerrazón de los samaritanos. ¿Cómo puede vivir este mundo tan de espaldas a lo que le podría hacer feliz?
¿Cómo pueden vivir en permanentemente ceguera los que intentan dirigir?
¿Cómo con tanto esfuerzo y trabajo no vemos aparentemente fruto?
Esta es nuestra misión; descubrir y hacer descubrir que JESUS sigue siendo vital para un nuevo orden y una nueva situación de la humanidad. ¿Qué lo tenemos difícil?....¡cuando ha sido fácil presentar sin fisuras e integramente su proyecto!
Este es nuestro empeño; hacer llegar a nuestras asambleas que (aquello que oyen y comen, rezan y practican) invisiblemente tienen una causa y un efecto, un poder y una realidad, un fin y un futuro: CRISTO
El Señor, aunque nos parezca todo lo contrario, nos sigue llamando. ¿Cómo le respondemos?
Que este verano, recién estrenado, lejos de empujarnos a ser pirómanos de situaciones complicadas nos haga recuperar el sentido del evangelio como el mejor tonificante y refresco para tantas personas y almas quemadas.