Solemnidad de la Ascensión del Señor Ciclo C

Autor: Padre Javier Leoz

 

 Hace mucho tiempo que, Dios, se presentó en la tierra con ropaje de peregrino:

-Unos intuyeron su presencia y otros, lo esperaban tan endiosado, que escasamente se hicieron eco de sus palabras o se apercibieron de su huella.

-Vino ese peregrino con la misión de hacernos sentir que no estamos solos; que Dios camina, especialmente, en aquellos y con aquellos que saben hacer de su tiempo y de su vida una ofrenda a los que lloran o a los que claman voz ante tanta injusticia.

-Caminó ese peregrino como quien sabía que iba a encontrar corazones abiertos y dispuestos a lanzarse por el surco que, previamente, había abierto para llegar desde el cielo hasta la tierra con el ideal cristiano

-Unos, miraron tan adentro del misterio, que pronto encontraron los signos de Dios sin más pruebas que la adhesión por la fe. 

-Otros se quedaron al margen de todo y pidiendo milagros, carnet de identidad y la credibilidad de aquel que curaba, resucitaba, animaba, reconfortaba o predicaba.

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

-Jesús se va por la misma senda por donde vino pero cargado con los dolores de la humanidad entera. Nació en el silencio de la noche en Belén y se marcha dejando los ojos empañados de aquellos que vivieron sus horas bajas y altas, pequeñas y grandes, de muerte y de gloria

-Sube pero, se lleva consigo, el drama de este mundo nuestro que parece más obcecado en vivir en las cloacas de la infelicidad que en el ascenso a los valores que son fermento de superación y santidad

-Asciende, el Señor, pero no nos deja solos. Nos quedan muchos rasgos de su personalidad y de su entrega. Deja palabras y gestos que, ni los tiempos más difíciles, lograrán eclipsar y mucho menos aún triturar

-Se eleva, el Señor, ante el asombro de aquellos que nunca lo hubieran dejado marchar. Es la hora de la madurez. De iniciar el apostolado sin el cómodo paragüas del Nazareno que evitaba angustias, chaparrones a tiempo y destiempo, saciaba estómagos agradecidos o se enfrentaba con diligencia, inteligencia y contundencia al poder establecido. 

ES LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR¡¡¡¡¡ 

El peregrino vuelve tras sus pasos pero es consciente de la riqueza de la semilla que ha ido dejando a un lado y a otro. Es la hora de la militancia activa. De dejar que se haga cuerpo y realidad misteriosa esa iglesia sometida a tantos bandazos y falta de credibilidad; es el momento de sentirnos fuertes con el Espíritu; es la jornada obligatoria de pasos decididos para todo aquel que haya sentido el paso y el peso especifico de Jesús de Nazaret.

ES LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR¡¡¡¡ 

Hoy, esta festividad, sigue teniendo el brillo y el esplendor de la Pascua de la Resurrección. El Señor no se va ni se desentiende: ¡confía y espera!

-Confía en nuestro dinamismo y en nuestra inquietud misionera. Los brazos cruzados nunca han sido los mejores amigos en los inicios evangelizadores de hace 2000 años ni en la que, ahora mismo, nos preocupa. Hay que saltar hacia el cielo para que la soledad no nos sacuda…y hay que sembrar en la tierra para que el mensaje de Jesús no sea una simple idea plasmada en un antiguo y noble recetario.

-Espera en nuestra esperanza. Todo se multiplicará por mil, si lejos de dejarnos atrapar por el virus del pesimismo o del desencanto, entendemos y comprendemos que la fe exige riesgos y vértigos, audacia y valentía, despego e intrepidez, ascensión al cielo para recoger fuerzas y descenso al lugar de los vivos para llevar el aliento del Dios vivo. Jesús, por qué no decirlo, espera y trabaja con aquellas personas que saben ir contracorriente; que no se casan con lo que el mundo vende y da por bueno; con aquellos hombres y mujeres que saben, en definitiva, que el Reino de Dios, no será precisamente comprendido ni entendido por los que quieren una vida a su antojo y a su medida.

ES LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR¡¡¡¡ 

Y me gusta soñar que, este Misterio de su Ascensión, es un adelanto de lo que existe detrás de aquella puerta que separa la tierra y el cielo cuando se lucha trabajando y creyendo. Viviendo y soñando para resucitar. Resucitando y abriendo los ojos para contemplar la Gloria que Dios nos ha prometido.

¡Cuánto me gusta un canto de la Misa Familiar en mi Parroquia!: “y soñé que alguna vez todo esto era realidad…todo el mundo una familia y una familia de verdad”.

Entre otras cosas, porque la Ascensión del Señor, nos enseña que la plenitud es ni más ni menos que vivir eternamente felices con Dios. 

- Hoy damos gracias a Dios por los que comunican el valor de su Palabra.

- Por los que hacen visible el cielo obrando el bien en la tierra.

- Por los artistas que, a través de sus obras, nos hacen gustar la belleza de Dios. 

- Por los músicos que nos invitan a preparar aquel cántico que un día todos estamos llamados a interpretar como alabanza a Dios en el cielo. 

-Por los que, siendo testigos de Jesús, preparan la futura casa del cielo haciendo más habitable la tierra.

-Por la Iglesia que es ese faro que nos guía (aunque algunos la emprendan a pedradas contra ella) invitándonos a no perder de vista la fuerza que viene desde la otra orilla.

Hoy, el día de la Ascensión, es un motivo de alegría: ¡AHÍ TENÉIS MI OBRA! ¡YO OS AYUDARÉ DESDE EL CIELO¡