Decálogo de un buen medico

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

 

1. Tiene el prestigio de su profesionalidad. Le avala su afán de superación y le sostienen sus conocimientos. La confianza y la fe en su decisiones le acompañan.

2. Es hábil en el trato con sus pacientes. Su sonrisa relativiza la gravedad y, su serenidad, ayuda siempre en afrontarla. Intuye que una buena cara vale más que una gran receta y que una buena inyección.

3. Trata a sus pacientes con nombre y apellidos. Es consciente de que no son “meros números”. Sabe que, detrás de cada persona, hay una historia distinta y alguien único e irrepetible.

4. Sabe guardar con discreción todo lo que acontece en torno a los que, a la puerta de su ciencia, llaman buscando a tiempo y destiempo, respuestas y soluciones.

5. Actúa con rapidez y con diligencia pero sin precipitación. Un segundo puede costar toda una vida y....una vida evaporarse en un instante.

6. Está en una constante actualización en su saber aunque, cada día que pasa, sea mayor su experiencia. Su estar al día en los avances científicos son muestra de su interés en el crecimiento personal.

7. Escucha aunque ello no sea su principal cometido. Intuye que en el fondo, muchos males, consultas e insistencias inoportunas son fruto y consecuencia de las grandes soledades de sus pacientes.

8. Anima a seguir adelante aún, sabiendo a ciencia cierta, que un periodo de oscuridad e incertidumbre le puede aguardar al enfermo.

9. Transmite con paz y con claridad aquello que su discernimiento, como profesional y como persona, puede contribuir al realismo del enfermo.

10. Es consciente que una palabra levanta al derrotado y que, una actitud noble, positiva y cordial, hace más efecto que cualquier antibiótico.

Este decálogo se sintetiza en una frase fundamental:
TODAVÍA Y AUN....TODO ES POSIBLE¡¡ (P.)