El difícil arte de ser primero

Martes II semana de Cuaresma

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

 


“El primero entre vosotros sea vuestro servidor” (Mt 23,1ss)

Dice un viejo proverbio: “el único hombre que nunca se equivoca es el que nunca hace nada”.

Ser el primero, sin méritos propios, es y no es fácil (en principio es cuestión de dejarse llevar) o de tener un buen trampolín que empuje un poco.

Cuando uno no resulta problemático ni especialmente conflictivo y, si además se las ingenia para ser un trepa, puede llegar hasta dónde se lo proponga aunque tenga que vender su alma al mismo diablo. Otra cosa es que luego cumpla bien su cometido. “No siempre los que dirigen caen en la cuenta de que sus grandes fracasos vienen dados por la mediocridad de sus consejeros” (E.Kant)

Ser el último ante DIOS es relativamente fácil: es premio y consecuencia precisamente de nuestro modus vivendi; cuando intentamos ser más reyes que vasallos en el camino del servicio. O, incluso, de callar cuando tendríamos que hablar,de sentarnos a la mesa en vez de servir.

A veces invertimos demasiado tiempo en el “cómo hay que hacer” y olvidamos precisamente el “hacer”. Ponemos tanto interés en el “marketing” del producto que olvidamos llevarlo a quien de verdad lo solicita con urgencia. 

Lo verdaderamente importante es:

-utilizar abundancia de calendario en complacer a los que andan solos y desorientados.

-servir sin mirar con el rabillo del ojo, con avaricia u otros intereses, al reloj de las horas prestadas

-salir de nosotros mismos para hincar el diente en aquellos dramas que, tal vez, nos colocan en los límites del “aparente ridículo” pero que delatan o prueban la calidad de nuestra vivencia cristiana.

-trabajar y volcarnos de una forma altruista, pero por convicciones profundamente cristianas, allá donde creamos que sobra el dinero y los medios pero escaseando algo tan caro como el amor o el trato afable y cercano. 

“Un hombre con pereza es un hombre sin cuerda” (Luciano Balmes). El cristiano ha de colgar el traje del fariseismo. Ha de pasar del testimonio cómodo de la palabra a la praxis de la justicia y de la promoción del otro. 

Un cristiano es aquel que “tiene cuerda para rato”: 

-Cuando se emplea, a tiempo y a destiempo, en una causa aparentemente perdida.

-Si propone como valor supremo y divino el servicio sin medida y sin recompensa alguna.

-Cuando va más allá de la apariencia y se compromete activamente donde haga falta. 

Como pedagogía cuaresmal es bueno frente a la grandeza engreída soñar con ser más pequeños. Buscar el agrado más que la autocomplacencia. La comprensión antes que la imposición de nuestras ideas. Hacernos los encontradizos saliendo de aquel castillo de naipes que nos hemos montado en la comodidad y satisfacción de nuestra vida. 

Ser el primero en el Reino de los cielos es cuestión de rifarnos los primeros puestos (en guardia y retaguardia) de aquellos umbrales y personas que necesitan nuestro consejo, ayuda, apoyo, solidaridad, nuestra humildad y nuestra entrega.

En definitiva el ser cristiano, lejos de ser un título, es simplemente un SERVICIO EN GUARDIA PERMANENTE 

Y, por cierto, ser el primero aquí y ahora (desde una vertiente puramente humana) acarrea malestar y división, contrariedad y enfrentamiento, desilusión y tensiones, rivalidades y insolidaridades, celotipias e incomprensiones.

Para muestra un botón: “habían discutido entre sí quien era el mayor” (Mc 9,34).

No nos debe asustar el hecho de que la Iglesia haya perdido relevancia y ciertos puestos que sostenía en el pasado. Cuando, a veces, se está demasiado en el candelero en la tierra…se corre el riesgo de estar debajo del mantel en el mismo cielo. 

Y...¿nosotros?