Darse es mejor que dar!

Lunes II semana de Cuaresma

Autor: Padre Javier Leoz

 

 


“Sed misericordiosos” (Lc 6,36ss) 

obran medios y hacen faltan personas. Ofrecemos euros y lo que nos piden y más nos cuesta dar es: el tiempo . Ofertamos dinámicas y técnicas para el aprendizaje y, en cambio, nos mendigan sentimientos, cercanía, humanismo, acompañamiento y discernimiento, consejo, acogida. Es más importante, ciertamente, ofrecer el corazón a los que nos rodean como lo hizo el mismo Cristo. 

La calidad de la enseñanza y de la fe, la felicidad de los otros carentes de unos mínimos…..estriba precisamente en eso: ACOMPAÑAMIENTO E IMPLICACION PERSONAL DE CADA UNO DE NOSOTROS ANTEPONIENDO EN TODO Y SOBRE TODO EL CORAZON. 

TE QUIERO A TI.....NO LO TUYO¡¡¡ 

- Papá, ¿cuánto ganas por hora? - con voz tímida y ojos de admiración,

un joven lleno de problemas recibía así a su padre al término del trabajo.

El padre dirigió un gesto severo al hijo y repuso: - Mira hijo, esos

informes ni tu madre los conoce. No me molestes que estoy cansado.

- Pero papá, -insistía- dime por favor ¿cuánto ganas por hora?

La reacción del padre fue menos severa. Sólo contestó:

- Cuatro euros por hora.

- Oye, ¿me podrías prestar dos euros? - preguntó el hijo.

El padre montó en cólera y tratando con brusquedad al

joven le dijo: 

Así que, esa era la razón de saber lo que gano. Vete a dormir y no me

molestes.

Había caído la noche. El padre había meditado sobre lo sucedido y se

sentía culpable. Tal vez su hijo quería comprar algo.

En fin, descargando su conciencia dolida, se asomó al cuarto

de su hijo. Con voz baja le preguntó:

- ¿Duermes hijo?

- No...dime¡ - respondió entre sueños.

- Perdóname por haberte tratado con tan poca paciencia; aquí tienes el

dinero que me pediste, - respondió el padre.

- Gracias - contestó el joven y metiendo sus manos debajo de

la almohada, sacó unas monedas.

- Ahora ya completé. Ya tengo cuatro s monedas. ¿Me podrías

vender una hora de tu tiempo? - preguntó su hijo. 

Uno lee el Evangelio de este día y comprueba lo distintos que son los parámetros que Dios a los que utilizamos nosotros. Dios nos da su tiempo sin mirar de reojo el inquieto minutero, nos exhala su aliento hablándonos constantemente con el riesgo de quedarse ronco, nos inyecta su fuerza aun a sabiendas de que no la invirtamos en la dirección que El quisiera. Pero, además, Dios y –en un arrebato de locura y de corazón sin rincón ni resquicio para el egoísmo- deja que Jesús sea alzado a un tronco en forma de cruz para que entendamos que la misericordia, cuando se quiere de verdad, no tiene ni conoce límite alguno. 

En un mundo tan convulsionado como en el que vivimos no nos debe costar especial esfuerzo escuchar el grito de Dios al hombre: antes que el mal….¡que gane la misericordia!. Viernes Santo será el terreno de juego donde disputen las dos fuerzas. Yo, desde luego, apuesto por la de Dios. 

EL MAÑANA SERÁ EL FRUTO DE NUESTRAS PEQUEÑAS INTERVENCIONES EN EL HOY: LA MISERICORDIA