Cuando estorba la verdad

Viernes II semana de Cuaresma

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

 


“Este es el heredero. Matémoslo y nos quedamos con la herencia” (Mt 21,33) 

La verdad descubre las fragilidades que el ser humano se empeña en maquillar, apañar o disimular. 

Se añora cuando no está presente en las decisiones u opciones de cada día pero, cuando denuncia nuestra propia existencia, infunde temor o miedo por las complicaciones que nos puede acarrear. 

Hoy también, multitud de hombres y de mujeres, siguen siendo enviados por el PROPIETARIO de la verdad. Se comprometen, por ella, en las vicisitudes y las encrucijadas en las que se debate la sociedad de hoy: 

-Queremos PAZ y nos encontramos en un mundo homicida: “Cuando la mentira es demasiado débil...se pasa al ataque” (Bertolt Brecht)

-Predicamos JUSTICIA y vemos impotentes el contraste de la opulencia con la pobreza:”No hay verdadera justicia sin bondad para los demás” (Raimundo Lulio)

-Imprimimos en letra los derechos fundamentales del hombre y de la mujer y...somos capaces de defender primero los que afectan al medio ambiente y luego los del ser humano. “Un mundo que promueve la dignidad de las cosas y olvida la del hombre está supeditado al fracaso” (Joan Baez) 

Ante esta realidad siguen llegando valientes testigos de la verdad y de su PROPIETARIO. Un Juan Pablo II que, además de ser el tercer pontificado más largo de la historia de la Iglesia se ha convertido en el mejor paladín y en el escudo más visible de la NO VIOLENCIA. En el lado opuesto, hoy como ayer, los que rigen los hilos de las estructuras de decisión, (aunque, gracias a Dios, no la conciencia ni en la ética de los ciudadanos) siguen matando ( con la sinrazón y el caso omiso) el sentido común, las esperanzas y los deseos de cosechar los frutos de la fraternidad frente a la cizaña de la contienda.

“Ante DIOS tendrán que dar cuenta de sus actos”. Decía Juan Pablo II al término de una audiencia general.

Hoy, como ayer siguen llegando también:

-Homicidas que no son viñadores pero que se permiten el lujo de podar el sarmiento que se hacía yemas (niños inocentes)

-Homicidas que no tienen escrúpulos en que llegue a la hora “0” para arrancar de cuajo cepas que estaban llamadas a ofrecer el vino bueno y generoso

-Homicidas que nos dejarán como herencia la soberbia de aquellos que lo pretenden todo a costa de algunos....pero nunca a costa de la verdad.

-Homicidas que son incapaces de construir con y en piedra angular ( la paz y la tolerancia, el respeto y el diálogo) la nueva civilización basada en el AMOR.

Constantemente, DIOS desde la otra orilla, nos envía el soplo de su Espíritu para pedirnos cuentas de la labor que desarrollamos como creyentes y como cristianos. Ojalá, que, cuando El llegue en la Pascua, nos encuentre trabajando, comprometidos y orientados por esa gran brújula que nos marca el camino de las Bienaventuranzas y de la mejor herencia de los Hijos de Dios: ¡DICHOSOS LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ! 

En cierta ocasión en una reunión de adultos discutían entre sí cómo construir un nuevo mundo. Se acercó un niño hasta ellos y les dijo: yo sé cómo hacerlo. Los mayores, mirándose con cierta burla unos a otros, le contestaron: tú nos vas a enseñar a nosotros que llevamos tantos años trabajando en ello. El niño se acercó y, tirando al suelo un rompecabezas de la bola del mundo, les invitó a que lo construyeran en un plazo no mayor a cinco minutos. 

Puestos a la obra y, después de rebasar en cinco y diez minutos el tiempo establecido, se dieron por vencidos. Uno de ellos se dirigió al niño y le preguntó; ¿tú serías capaz de reconstruir este puzzle del mundo?. Y el niño, sin pensárselo dos veces, se tiró al suelo y…en cuestión de un minuto –ante el asombro de todos- dio lugar a una preciosa figura con la imagen de la tierra. 

Aquel grupo de expertos en buscar la paz le preguntaron; ¿cómo lo has hecho?. Y el niño les contestó: simplemente me he dado cuenta que en el reverso del puzzle estaba dibujado la silueta de un ser humano. Sólo cuando cuidemos al hombre podremos construir el mundo y la paz.