El testamento del Padre

Sábado II semana de Cuaresma

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

 


¿Volver?. ¡No gracias!. Dicen algunos que marcharon con el firme propósito de ser felices sin referencia a la fe, a Dios, a la iglesia, etc.

¡Qué más quisiéramos los sacerdotes y agentes evangelizadores que muchos se dieran cuenta del camino equivocado! 

¡Que Dios nos mandase un “mail” apuntando y dando pistas para encontrar el sendero hacia la casa del Padre.

¡Qué más quisiéramos, hombres y mujeres de a pie, dejar mucho de lo que estamos haciendo y recuperar las fuerzas que estamos malgastando y volver con ánimo redoblado a aquella casa donde se cocinaba el pan cada día, donde nos despertaba una voz recia y segura; la casa donde todos éramos hijos y hermanos porque había un Padre!

Mientras tanto…seguimos en eso; subiendo codo a codo con Cristo el camino apasionante hacia la Pascua. ¿Acaso eso no es volver?

"Me levantaré e iré a mi padre, y le diré:
Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
Ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
Lucas 15:18-19

La parábola del hijo pródigo y el testamento

La lamentable conducta de un hijo de cierta familia adinerada había hecho perder la paciencia a su padre, quien después de pensarlo mucho y de darle cierta cantidad de dinero, permitió que se machara y se defendiera por sí mismo.

El hijo rebelde dejó la casa paterna y se hundió cada vez más en el caos, en la dejadez, y seducido por la vida cómoda. Un día, cuando se quedó totalmente sin recursos, se le ocurrió entrar de noche en la casa de su padre durante la ausencia de la familia. Su intención era forzar la caja fuerte y apoderarse de su contenido. "Al fin y al cabo -pensó él- no hago ningún mal; mi padre debería mantenerme, tomo sólo lo que me corresponde y además el día de mañana no me va a dejar nada”.

Consiguió abrir la caja fuerte y se puso a revolver lo que contenía. Un papel llamó su atención y le pareció que era el testamento de su padre. En efecto, no estaba equivocado, y con gran sorpresa vio que su nombre (a pesar de haber sido un cabeza rota e ingrato con su padre) figuraba entre los herederos y que recibiría una parte igual a la de los demás.

Ese padre a quien él ofendió tan gravemente le había tenido en cuenta cuando redactó su testamento. "Mi padre todavía me ama -se dijo él-, me reconoce como su hijo". El resultado de sus reflexiones junto a esa caja violentada fue la reconciliación con su padre y el comienzo de una vida nueva.

Siempre pensamos que la felicidad la podemos alcanzar fuera ….,más que dentro de nuestra propia casa. No somos unos impuros y otros puros ni otros plantas venenosas y otros plantas perfumadas. Eso sí…Dios a todos trata por igual. ¡Qué matemática tan rara la de Dios!. 

También Dios, en esa caja fuerte que guarda en la ciudad del cielo, tiene su testamento preparado para aquellos que tal vez en más de una ocasión nos fuimos lejos de El para, a continuación, quedarnos vacíos.

Un Dios que , aún sufriendo y llorando por un mundo que vaga perdido, no se cansa de escribir en su testamento que todos tenemos una herencia preparada: el encuentro personal y sin reproches con El.

Un Dios que, aún a sabiendas que lejos de El nos arruinaremos, respeta nuestra libertad para que aprendamos la siguiente lección: CON EL, NO NOS FALTARA NADA….SIN EL, NOS ENFRENTAREMOS A LA SOLEDAD Y AL SIN SENTIDO.

¿Volvemos al Padre?