Cuando las apariencia engañan: "el vaso de oro"

Autor: Padre Javier Leoz

 


En cierta ocasión en un barrio de una gran ciudad se organizó una degustación de vinos: ganaría aquel concursante que lograse dar con el mejor licor de las numerosas muestras. Al iniciarse el concurso, encima de un tablado, se dispusieron diversos recipientes opacos para que no se pudiera observar la calidad ni el color del vino.


Un vaso era de oro, otro más de plata, el siguiente de bronce, otro más de madera, el quinto de simple metal y el sexto de plástico.


Cuando se inició el concurso uno de los participantes (el más avispado y que parecía el más listo y entendido) se apresuró a coger de inmediato el vaso de oro pensando para sus adentros: “estoy seguro que al ser de oro contendrá el mejor vino”. En cambio cuando a otro de los concursantes se le dio opción de elegir optó por recoger el recipiente de plástico diciéndose a sí mismo: “bueno....no creo que sea tan malo lo que contenga”. 


Cual fue la sorpresa cuando, en el momento de probar los licores, aquel vaso que era de oro contenía un vinagre rancio y amargo y, en cambio, aquel vaso que era de plástico guardaba un vino de solera y de primera calidad.


Algo así ocurre con nuestra vida en el día a día. Damos tanta importancia a la apariencia que luego, cuando las cosas no salen como nosotros esperábamos, nos sentimos decepcionados.

No siempre la riqueza externa es sinónimo de la belleza interior. 
No siempre la belleza interior se muestra exteriormente tal y cual es
No siempre las personas que por fuera nos parecen “dioses” son por dentro ángeles.
No siempre lo más caro es lo más bueno para ser feliz.
No siempre los adornos nos muestran la verdad de las cosas
No siempre el tener y el poder dan calidad a nuestra existencia

Nuestra vida de cristianos nos invita a no dejarnos seducir por el “escaparate” que nos da por bueno lo que luego resulta ser sufrimiento y secundario.
Hay muchas ocasiones en las que elegimos a las personas, a la profesión, etc., por el simple envoltorio. Nunca el continente debe de ser más importante que el contenido. Quedarnos en los aledaños de las cosas y de las personas es, muchas veces, un camino peligroso para alcanzar la felicidad y la paz: nosotros esperábamos que.... y resulta que....


Elegir significa comprobar la profundidad de nuestra vida y no quedarnos en aquello que la disfraza.