Código de circulación "cristiano" II

Autor: Padre Javier Leoz

 

Cuando tu vida sea un cruce de dificultades y de desconcierto piensa que Dios te ayudará a salir con éxito. “Pedid y se os dará” nos dice Jesús.

Aún cuando creas que siempre vas en la dirección acertada....deja que Dios te acompañe a un lado de tu camino. “Yo soy el camino, la verdad y la vida” dice el Señor.

No todo en el mundo está bien..ni todo en el mundo está mal. Pero es bueno estar atento y saber poner los límites en aquello que nos conviene. La Fe nos ayuda a cribar lo positivo de lo negativo. “Sin mí nada podéis hacer” nos recuerda Jesús.

Dicen que hay que contar siempre hasta 10 antes de tomar ciertas decisiones que pueden afectar a nuestro futuro. Cuando miramos al cielo...Dios nos ayuda a situarnos con más paz en nuestras resoluciones.

Las más de las veces, desde lejos, se ve el peligro que nos espera. Jesús siempre será un para-rayos que nos ayuda a encajar con más entereza y fortaleza los golpes que nos da el día a día. “Yo estará con vosotros todos los días hasta el final del mundo”. ¿Hay mayor garantía?.

Hay verdades a medias que son grandes mentiras. Un cristiano es aquel que no da vueltas y vueltas para maquillar o esconder la verdad sino que, es aquel, que huye de la falsedad y del engaño. 

La vida es un camino de rosas y de espinas. La Fe nos ayuda a agradecer las cosas buenas que salen a nuestro encuentro y a dar cara a los contratiempos que salen a nuestro paso. No es grande quien mejor vive sino quien mejor se enfrenta a las turbulencias de cada jornada.

La envidia y la mentira son siempre terrenos resbaladizos en los que muchas veces se hunde la bondad de nuestra personalidad. A pesar de nuestros patinazos Dios siempre nos espera con los brazos abiertos. Otra cosa es que lleguemos completamente averiados. 

No tengas rabia contenida porque “a algunos les vaya la vida sobre ruedas”. En definitiva lo que vamos acaparando en la tierra, en unos y en otros, al morir se nos iguala a cero.

No hay peor cosa que las personas que van a salto de mata. Las que quedan bien con todo el mundo pero, a la corta o a larga, quedan también mal con todos. La verdad es sólo una aunque a veces duela. Y cada uno somos dueños de nuestro silencio y esclavos de nuestras palabras.

En nuestro vivir de cada día nos hacemos los encontradizos con muchas personas. Todos los días tenemos la oportunidad de ejercer de buenos samaritanos. Todos los días, en dirección a favor o contraria, podemos –si queremos- ofrecer un pequeño detalle de amistad y de entrega. Lo extraordinario reside precisamente en encontrarlo en lo ordinario de cada jornada.

Si trabajas por tu familia....tu ciudad será un poco mejor. Si haces algo por tu ciudad....tu país será algo mejor. Si rezas por tu país.....el mundo será algo mejor. No hay peor cosa que aquellos que dicen “hay que cambiar el mundo” y olvidan cambiar el pequeño entorno de ellos mismos.

Aprender a ver los precipicios que nos rodean ....no es fácil. Por eso, en medio de tanta oferta y tanta seducción, es bueno elevar nuestros ojos a Dios y decirle como aquel ciego: “Señor que vea”. Posiblemente, a continuación, veremos con nitidez evitando una caída o un buen golpe.

Habéis oído: “ojo por ojo y diente por diente..yo os digo al que te agravia perdónale”. Ante un mundo enfrentado y confrontado es bueno la dialéctica cristiana del perdón. Seamos como las palmeras que, cuando les golpean, despiden dátiles y no piedras.

”Quien siembra vientos recoge tempestades”. Si siembras paz....recogerás paz. Si pones ilusión en tu camino.....cosecharás frutos abundantes. Si pones optimismo.....te rodearás de amigos. Un cristiano es aquel que en las tempestades sabe poner la calma. El efecto ventilador no es bueno para aquel quiere limpiar el mundo con el detergente de la honestidad .

No siempre las personas buenas son entendidas ni comprendidas. A una persona que mira a Dios poco le importan los aplausos o la lluvia de flores. Lo importante es saber que estamos llamados a dar razón de nuestra esperanza y no a esperar el reconocimiento de los hombres. “Vuestra recompensa será grande en el cielo”..dice el Señor.

Comenzar a vivir como cristianos, en el Bautismo, es lo más fácil. Pero el tiempo y la materialidad de las cosas, la comodidad o.....simplemente el ambiente que nos rodea hace que se enfríe nuestro corazón. La oración y la caridad, la eucaristía o la Palabra de Dios son llamas que dan calor a nuestra Fe.

Guardar la distancia entre lo bueno y lo malo no es nada fácil: ¿Qué es pecado? ¿Qué está bien? ¿Qué es lo que está mal?. Pidamos a Dios que nos otorgue la capacidad de discernir entre los disfraces que cubren muchos rostros.... de la autenticidad de las personas y de aquello que hacen. “No todo el que dice, Señor..Señor, se salvará”.

”Sed prudentes”. Nos lo dice Jesús en cada día que amanece. Las prisas no son buenas consejeras a la hora de decidir algo importante. Pero, también es verdad, que hay otros que tan de despacio que van...prefieren que sean otros los que piensen y hagan. 

”Dichosos los que tienen un corazón limpio”. Los que son capaces de no torcerse en sus ideales y, por lo tanto, no mancharse en cosas que no merecen la pena. Dichosos aquellos que ante la tentación de dejarlo todo siguen adelante en sus propósitos e inquietudes cristianas. No vence el agua a la roca por su fuerza y sí por su persistencia.

No todos somos iguales pero, todos, tenemos mil talentos que ofrecer y gastar a favor de los demás. Dice un viejo proverbio “las comparaciones son odiosas”. Cada uno, en la vida, puede tomar un camino, desarrollar una función y dejar un brote de su personalidad. Lo peor....quedarnos al borde del camino observando las diferencias que nos separan.

La soberbia y el orgullo dejan al ser humano, muchas veces, sin amigos. Aprende a ceder el paso a los demás; aunque lo sepas todo, aunque todo lo hagas bien, aunque creas ser el más listo. A veces, la sabiduría, está en dejar vivir y caminar a los demás. “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” dice Jesús.

Junto a Jesús fueron crucificados dos ladrones. En uno de ellos, a última hora, prendió la Fe: cambió de orientación su corazón y...su sentimiento. Dos ladrones que respondieron de diversa manera. Vivamos la vida de tal forma que no nos importe ir en dirección contraria al mundo antes que alejarnos de Dios.

Hay aspectos que la sociedad moderna los quiere dar por válidos aunque no sean éticos; la eutanasia y el aborto, la manipulación de la genética, la guerra. Un cristiano es aquel que sabe que no hay posibilidad de hacer santo y bueno aquello que va en contra de la propia dignidad del hombre.

”El peso de la conciencia son aquellos agravios cometidos”. A veces queremos pedir perdón....y nuestro orgullo nos lo impide. Queremos vivir sencillamente....y nuestra avaricia no lo permite. Queremos ser pacíficos y ....nuestro carácter o intereses lo llevan abajo. Todo ello es peso que cae sobre nosotros mismos. Pidamos a Dios que sepamos aligerar el “peso de nuestras faltas” con el instrumento convertidor de la Fe.

No todo lo que se nos ofrece es sinónimo de felicidad. No hay recetas mágicas para ser guapos, ni para alcanzar la fama, ni para ser “superhombres”. No hay pociones mágicas que, de la noche a la mañana, cambien nuestra tristeza en alegría o nuestra ruina en riqueza. Lo importante es, aunque nos parezca una tontería, ir atesorando por caminos largos, pero llenos de contenido, la bondad, la paz, la alegría que Jesús nos da.

No hace mucho tiempo me lo decía una persona; “cómo habiendo tanto...hay tanta gente deprimida”. Le contesté: “la felicidad no está en lo externo..sino en el corazón de cada uno”. Pidamos a Dios que nos ilumine en aquellos momentos en que nuestra vida está abocada al fracaso y a la rutina, al pasotismo y a la oscuridad. “Yo soy la luz del mundo” dice el Señor.

No hace mucho tiempo, el Arzobispo de Pamplona/Tudela, decía a un grupo de sacerdotes jóvenes: “es bueno tener un guía o director espiritual”. Faltan consejeros y buenos consejos. Lo cierto es que además, cada día más, la gente se siente “tan dios” que apenas quiere aceptar consejos vengan de donde vengan y diga quien los diga. “Uno es sólo vuestro maestro” dice el Señor.

En cierta ocasión un alumno, ante la duda de la existencia de Dios, subió a la azotea para comprobar si –en verdad- vería o no a Dios. Al día siguiente dijo a su profesora: “ayer subí a la azotea más alta de la ciudad y no vi a Dios”. La profesora le contestó: “no es en la azotea donde has de mirar...tienes que bajar y subir continuamente a tu corazón para descubrir a Dios”.

“Ojo con los falsos profetas”. Lo advertía Jesús en su tiempo....y nos lo sigue recordando en el nuestro. No siempre lo que nos prometen...nos dan. NO siempre lo que se promete se cumple. NO siempre lo que se presenta como un camino final.....resulta ser así. Pidamos a Dios que antes de iniciar un proyecto, un trabajo, una conversación....sepamos valorar el fin que encierran y el final que nos puede traer. 

“Corregir es de sabios”. Pero no siempre tenemos el coraje o la habilidad para hacerlo. Por vergüenza o falta de humildad nos cuesta volver al buen camino, aún a sabiendas, que la situación donde estamos nos bloquea y nos produce desencanto. Mirar a Dios es siempre, como en la parábola del Hijo Pródigo, un volver al buen camino.

“Marta, Marta....andas inquieta...tu hermana ha cogido la mejor parte”. El estrés y las prisas, la falta de tranquilidad y los agobios hace que pase la vida sin darnos cuenta. Dios no solamente nos ha creado para las responsabilidades o el trabajo....también nos da el mundo como área de descanso.

La parábola del buen samaritano nos enseña a no despreocuparnos de los demás. Nunca hay razones para pasar de largo de las personas que sufren o que están solas. Nosotros, en diversas circunstancias, tendríamos que ser como los “taxis” que....circulan por las calles buscando clientes. Nosotros, en este caso, buscando personas a las cuales hacer el bien. San Juan de la Cruz lo dijo gráficamente: “al atardecer de la vida...se nos examinará del amor”.

Juan Pablo II está convencido que Europa necesita una nueva evangelización. Pidamos a Dios que sepamos dar la vuelta a nuestro mundo, no en aquello que es secundario en el plano de la Fe, y sí en la misma iglesia. Que sepamos despojarnos de aquello que obstaculiza el ser testimonio veraz y real. Que volvamos al espíritu del evangelio. Que giremos con y en la iglesia hacia aquello que, tal vez, olvidamos hace mucho tiempo: JESUCRISTO.

“No ha vuelto mas que este extranjero para dar gloria a Dios”. La parábola de los diez leprosos representa perfectamente la coyuntura actual. Nos sentimos tan dueños de la ciencia y de la cultura, de la técnica y de los grandes descubrimientos....que no tenemos necesidad (ni se nos ocurre) de volver nuestra mirada a Dios y darle gracias. Un cristiano sabe que todo lo que hace es porque Dios se lo infundió desde el mismo día de su nacimiento.

“Vosotros sóis la luz del mundo”. Pidamos a Dios que sepamos iluminar las situaciones que necesitan de nuestro consejo, presencia o ayuda. Que nunca nos preguntemos si nos aceptarán o no. Que seamos capaces de descubrir los pequeños engaños que nos rodean con la luz de la Fe.

“Ten piedad de mí...Señor”. Es una súplica continuamente contenida en el Evangelio. Es un “SOS” de quien cree y espera en Dios. En toda circunstancia, por muy grave que sea, Jesús siempre tiene abierta su consulta para darnos en nuestra debilidad una buena inyección de esperanza.

Ajustar nuestra vida a la Fe cristiana nos puede parecer una utopía. Con Dios siempre es más fácil resolver las pequeñas averías que surgen en nuestro interior. El corazón roto y las lágrimas caídas, las decepciones que nos dejan abatidos y las traiciones del mejor amigo.....todo tiene solución en el taller de Jesús de Nazaret: su Palabra

“Quien a uno de estos en mi nombre le de un vaso de fresca....”. Dar sin esperar nada a cambio puede ser el mejor signo de nuestra madurez cristiana. Pero es más gratificante pensar que Dios mismo valora y no olvida cada detalle realizado en su nombre mientras estuvimos vivos en la tierra. 

“No juzguéis y no seréis juzgados”. La virtud en el enemigo nos puede parecer defecto. En cambio, el defecto, en el amigo....nos puede parecer ejemplo a seguir. Pidamos a Dios que seamos capaces de valorar a las personas no por nuestros prejuicios sobre ellas sino por lo que son: por ser personas. La verdad no es verdad por quien la dice sino por ella misma.

“Dichosos los criados a los cuales el señor los encuentre en vela”. Pidamos a Dios que, cuando llegue, nos encuentre con traje de fiesta. Que nos encuentre esperándole. Pidamos a Dios que, cuando llegue, nos encuentre compartiendo lo que somos y tenemos 

“Estad alegres en el Señor” dice San Pablo. En una sociedad fría y calculadora necesitamos recuperar la fraternidad entre los vecinos. La confianza entre los amigos. El compañerismo en la clase. La alegría en la calle. La familiaridad en el trato de cada día. “SI no os hacéis como niños” dice el Señor. Le pidamos que no perdamos un instante en saber saborear y valorar el don de la amistad.

Somos ciudadanos del cielo. Cuando somos jóvenes parece que vamos a ser eternos. Van pasando los años y nos damos cuenta que somos...peregrinos en un viaje con un final feliz: LA CIUDAD DE DIOS. Le pidamos que sepamos dejar a un lado aquello que nos hace pesaroso y desgraciado nuestro caminar. Pidamos a Dios que no perdamos de vista ese horizonte que la Fe nos enseña: EL MISMO

“Si cada uno no perdona a su hermano de corazón”. ¿Por qué a veces nos empeñamos en tratar a aquel que está a nuestro lado de enemigo y no de hermano?. Saber vivir es bueno pero más importante aún es saber vivir conviviendo con los demás. Pidamos a Dios que descubramos el secreto que más felicidad nos puede aportar: caminar junto a alguien.

Hay cosas que están reservadas a unos pocos como los cotos de caza. También Dios nos tiene reservado un lugar donde podremos vivir una vida sin llanto ni dolor. Hay personas. que por puro interés, que se dedican a cazar fortunas y todo lo que haga falta. Como cristianos, nosotros, estamos llamados a trabajar por un lugar donde la mayor dicha es contemplar cara a cara al mismo Dios.

En un momento tan delicado como el que estamos viviendo (falta de pensamiento y de libertad, de paz y de tolerancia) Dios nos enseña a ser libres. Pidamos que por nada sacrifiquemos nuestros más altos ideales. Entre ellos nuestra Fe. Sólo el amor a Dios nos puede hacer trabajar, a destajo, a favor de los derechos del hombre. 

Hay quien se empeña en ver a la Iglesia como una reliquia del pasado. Otros son incapaces de reconocer la importancia del cristianismo en nuestro viejo occidente. Ciertamente que los hijos de las tinieblas son más rápidos que los hijos de la luz. Pidamos a Dios que seamos capaces de hacer frente al secularismo que nos rodea con el buen y recto testimonio de nuestra fe cristiana. 

“Tómate un respiro y llenarás tu vida de oxígeno” decía un anuncio televisivo. Yo pensaba, para mis adentros, que el mejor lugar donde tomarse un respiro es una Iglesia. El mejor oxigenante es la Palabra de Dios y el mejor habituallamiento...la eucaristía. Ciertamente que muchos, van tan deprisa por la autopista de su vida, que ni reparan en estas áreas de descanso.

Hay personas y grupos que, por un falso modernismo, serían capaces de destruirlo todo. Pidamos a Dios que seamos capaces de construir sin necesidad de destruir. Que seamos capaces de curar sin matar. Que seamos capaces de ayudar sin humillar. Que seamos capaces de levantar sin aplastar. Puede más una cerilla en la oscuridad que una gran luz a pleno día.

“Sed comprensivos como vuestro Padre es comprensivo....le medida que uséis con vosotros la usarán”. Ser capaces de asumir las debilidades del otro no es fácil. Estamos acostumbrados a la competitividad....a ir por delante.....a pasar por encima del otro. Pidamos a Dios que sepamos valorar las distintas velocidades de los que nos rodean. No todos...tienen que ser como nosotros, no todos tienen que pensar como nosotros y no todos tienen que ir por donde nosotros caminamos.

En un mundo tan diversificado y con tantas ideas es fácil renunciar a las propias. Pidamos a Dios que seamos capaces de apartarnos de aquellos caminos que son seguidos por muchos pero que conducen a la insolidaridad, a la tristeza, a la enfermedad, a la intolerancia y a la falta de fe.

Dejar paso a los otros implica un hacerse a un lado. Pidamos a Dios que seamos capaces de valorar las virtudes de los demás. Que seamos conscientes de nuestras limitaciones y de que no llegamos a todo. Pidamos a Dios que nunca seamos obstáculo para que los que nos rodean puedan alcanzar sus fines.