¿Amar a los enemigos?

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

Sólo pensando en Dios se convierten en polvo los muros de la enemistad; el enemigo se hace confidente, el adversario compañero de camino o el distante un posible aliado.

Si nos centramos en nosotros mismos seguirá indefinidamente levantada el hacha de guerra o la mente se hará incapaz de olvidar aquellas secuencias negativas que afectaron a una relación que parecía indestructible y por lo tanto eterna.

Sólo mirando fijamente a un crucifijo podremos llegar a entender “el sentido del sinsentido” del “amad a vuestros enemigos”. Sólo fijándonos en Jesús, es posible dar un voto de confianza al enemigo, brindarle una tregua, sentarle en nuestra mesa y llamarle: ¡hermano!.

El rencor acciona las barreras de la indiferencia

El amor las dinamita reconstruyéndolas en entendimiento

La incapacidad de olvido eterniza y hace insuperables las rivalidades

El amor las hace diminutas 

La justicia constitucional es capaz de llevar a la silla eléctrica a todo aquel que hizo…..pero que tal vez hubiera dado marcha atrás

El amor da una oportunidad a la regeneración de la persona

Las naciones debaten sobre la idoneidad o ilegitimidad de la pena de muerte

El amor nos recuerda que sólo Dios es dueño de todo lo que nos acontece

El egoísmo inventa cualquier artimaña por alcanzarlo todo incluso a costa del otro

El amor cede terreno para no perder a un buen amigo

El mal acrecienta la ansiedad y la tristeza, la depresión y la amargura

El amor hace que el mal ceda poder y que el corazón recobre la alegría

El resentimiento genera venganza y hasta arrugas en el rostro

El amor es un buen maquillaje y el mejor tratamiento de belleza para conseguir un semblante feliz

El odio nos altera y acelera la presión sanguínea, nos debilita y hace que el supuesto enemigo hasta se ría de nosotros

El amor nos hace fuertes, rompe esquemas, deja “KO” al otro

Un discípulo se acercó hasta su maestro espiritual y le preguntó; maestro..entonces, perdonar al enemigo, ¿implica ser un incauto, estar desprevenido o incluso ser tomado por necio?. Y el maestro le contestó: en cierta ocasión un buen hombre iba caminando por la calle de una gran ciudad cuando, de repente, le cayó encima un jarro de agua desde uno de los pisos situados sobre la acera. En un principio reaccionó con indignación y con furia vertiendo toda una serie de improperios contra aquel despistado vecino. Al día siguiente volvió, con toda naturalidad y como era su costumbre, paseando por la misma calle pero…dirigiendo levemente su cabeza hacia el lugar desde donde, el día anterior, le sobrevino la desagradable sorpresa. El vecino observando la reacción del afectado, sin pensárselo dos veces, bajó a la calle y le preguntó; “cómo Vd se fía a pasar de nuevo por debajo de mi casa?. A lo que aquel le contestó: “sólo se puede ser libre en la vida si dejas atrás aquello que no merece la pena recordar.. Sólo se puede cumplir felizmente con tus obligaciones si no das más importancia que la debida a aquello que no se convirtió en tragedia. No olvidar las pequeñas cosas de cada día hace que el campo de tu corazón quede sembrado con cadáveres de prójimos vivos y que tus hombros soporten un peso demasiado grande para vivir con cierta calidad de vida”.

El Evangelio de Jesús, Hijo de Dios, nos marca este camino del AMOR.

Se basa en la solidaridad, perdón y exigencia de justicia y se orienta al servicio cordial y desinteresado de todos. A veces pensamos que los gestos de perdón nacen de la cobardía, preferimos comportarnos como guerreros y convertimos nuestra vida en un campo de batalla. Todo ello nos impide ver el perdón como gesto de grandeza humana.

En una coplilla castellana nos lo dice muy claro:
"Querer a quien no te quiera, a eso se llama querer.
Porque querer a quien te quiera, se llama corresponder. Y eso lo hace cualquiera."
Por si nos queda alguna duda, estos versos del cubano José Martí nos pueden ayudar:
"Cultivo una rosa blanca, en julio como en enero, 

para el amigo sincero que me da su mano blanca.
Y para aquél, que me arranca el corazón con que vivo, 

cardos ni ortigas cultivo, cultivo una rosa blanca."
Llega el momento de "aplicarnos el cuento", es decir, los versos.

Jesús, entre otras cosas, nos invita a guardar en el baúl del olvido aquellas flechas que disparamos por las pequeñas cosas que fueron insignificantes o por aquellas otras que produjeron hondas heridas. ¿Imposible?. Mirando a Dios….desde luego que no.

Qué testimonio tan admirable el de un sacerdote catalán, Joan Alsina, ejecutado en 1973 en Chile cuando en el momento de ser martirizado habló a su verdugo: “no me tapes los ojos, dispárame de frente para que pueda verte y perdonarte”.