Adviento: Un puente para Dios

Autor: Padre Javier Leoz

 



¿Quién no conoce el proverbio: “Díme de qué presumes y te diré de que careces”?. Porque, claro, el que se enfrenta a la lectura del evangelio de este martes de la 3ª de Adviento, a la fuerza se ha de sentir incómodo o por lo menos interpelado ante la advertencia dura pero nítida de Jesús: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera”.

No es bueno confiarse y fiarse del todo de nuestras capacidades o ciegamente en la percepción que tenemos de la fe y de Dios, de su Iglesia y del mundo….¡hasta de nosotros mismos!. Al fin y al cabo somos unos ególatras.

Una vez leí cómo unos constructores de puentes comenzaron a levantar uno de gran tamaño sobre un peligroso despeñadero. Creían que lo importante era un buen amarre. Comenzaron a poner unas impresionantes picas en ambos extremos con el fin de que luego aguantase sin ningún tipo de contratiempo ni dificultad el peso y las características del puente colgante. La decepción y la sorpresa vino cuando al acometer la segunda fase sobre el río se dieron cuenta que les faltaba material y que era imposible unir las dos orillas con hormigón o madera. Habían invertido tantos medios en los arranques que se habían agotado las fuerzas y la materia prima para culminar lo más importante de la obra: LA PASARALELA SOBRE EL RIO.

Llega la Navidad. Malo será que echemos el resto en las orillas, en los aledaños de lo meramente secundario y dejemos sin cubrir lo importante: la orilla entre Dios y nosotros.

Llega la Navidad. Y se me ocurre pensar que muchos nos pueden llevar la delantera cuando, sin necesidad de tanto ruído ni de tanta zambomba, van al fondo de las cosas y a los secretos del corazón en un intento de buscar a Dios.

Lo esencial ante los ojos de Dios es que sepamos acentuar la presencia de Aquel que viene en forma de niño, indefenso, silencioso pero lleno de vida.

Aquellos (a los cuales se enfrentaba Jesús, que presumían de conocer al dedillo la Ley y de ser “sabelotodo” sobre Dios ) fueron tan torpes que se quedaron atrapados en su propia orilla sin poder pasar a la otra por su cerrazón. No celebraron ni vivieron la noche más misteriosa de la humanidad: DIOS EN BELEN


Que el Señor nos traiga en este martes:

-Relativización de aquello que nos impide pasar de la orilla de la incredulidad a la fe…del hombre a Dios.

-Riesgo para abandonar nuestras seguridades y aceptarle como Salvador

-Humildad para reconocer que, otr@s, pueden estar adelantándonos a la hora de comprender y entender las verdades de la fe.


Unamos la orilla de Dios con la orilla del hombre por el puente que es Jesús