La ruta de cada día

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

 

“VENID A MI TODOS LOS QUE ESTÁIS CANSADOS” (Mt 11 y ss)

 

 

No son los caminos ….son los peregrinos que se cansan

No son los paisajes…. son los ojos que no ven

No son los relojes…….las horas vacías

No es la noche………...es la apatía que nos duerme

No es la desesperanza…es la incredulidad que nos paraliza

No es el mundo…………es la falta de motivación

No es el trabajo…………..es su repetición sin trascendencia

No es el esfuerzo………es la falta de superación de uno mismo

No es el bienestar…….es la opulencia que lo marchita

No es la fiesta………….es el disfraz que la distorsiona

No son los otros……….eres tú y soy yo

 

 

NO ES LA VIDA………ES EL CANSANCIO QUE PRODUCE EL VIVIR ASI

 

No hace mucho tiempo que un psiquiatra reconocido decía lo siguiente: “hacer cada día algo extraordinario contribuye positivamente en una disminución del stress”. Y muchos, estoy seguro, llegarían a la conclusión de que “hay que hacer por lo tanto más” cuando, en realidad, lo extraordinario como vitamina, solución y terapia puede ser precisamente……. hacer un poco menos.

La respuesta nos la da el evangelio de este miércoles. Sólo descendiendo al corazón podemos descansar tranquilos y sentirnos a gusto con nosotros mismos. Y es ahí donde, además, encontramos a un Jesús que viene para dinamitar el hastío y el cansancio, la monotonía y la falta de novedad en el ser humano.

Aún hoy día  y a través de la televisión suelen salir, aunque cada vez menos, ciertas zonas de España donde los bueyes siguen trabajando con sus yugos correspondientes. Me pensaba para mis adentros que, cuántos de nosotros y sin saberlo, tenemos nuestro yugo personal invisible ajustado a nuestro propio cuello y que, cuántos amos y señores, a veces los aprietan incluso con nuestro consentimiento. Malo será que lejos de liberarnos de ellos nos acomodemos gustosamente a llevarlos con orgullo.  

Adviento: un tiempo para recuperar el sentido de la libertad y el descanso que produce el vivir junto a Dios.  

¿Qué yugos me molestan y me impiden vivir armónica y oxigenadamente?

¿Pido a Dios la ayuda necesaria para agobiarme menos y ser más feliz?