Pinceladas de un Santo para el lienzo de una hija de la Caridad

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

SAN VICENTE DE PAUL 2005

Salía descalzo y sin más provisión que lo imprescindible. Que vuestros días, Hermanas, sean un caminar en la vida de los demás ofreciéndoles aquello que el mundo es incapaz de ofrecer: ternura

Despierto en sus resoluciones. Que, como Vicente, sepáis abriros sin temor ni temblor ante los nuevos signos de los tiempos. Que no pueda más la coyuntura que padecéis que la riqueza que atesoráis en vuestro interior. 
Se avergonzó de su padre. Que nunca os echéis atrás en el camino emprendido. Que no existan dudas por el trabajo realizado. Que, el ayer que pasó, sea un motivo para el mañana que os espera. 
Vendido como esclavo. Que no os detenga el que otros compren, a bajo precio, vuestro servicio y vuestra entrega. Que no interfiera en vuestro apostolado la sensación de indiferencia o de incomprensión. Que, si en algún momento os sentís utilizadas, veáis que no siempre se hace lo que se quiere, sino que hay que querer lo que se hace aún a riesgo de ser esclavos. 
Acogió el clamor del sufrimiento. Que vuestras comunidades sean altavoz del susurro de los pobres. Que sean un buzón donde llega los vértigos y los desazones de los hombres de hoy. Que lejos de ser vuestra casa una burbuja, sea una caja de resonancia donde se vive, se escucha y se atiende la necesidad del hermano. 
Escuchó el latir de la pobreza y la frialdad del que vivía en grandeza. Que despertéis el amor de Dios y su ternura. Que abráis el surco del corazón de las personas a la buena semilla de Dios. Que nunca os canséis de pregonar, de palabra y de obra, que rico es quien se ofrece, quien se da, quien se niega y quien sirve sin medida.

El camino hacia Dios son los pobres. Los auténticos rascacielos que Dios planta en la tierra son los pobres. Con ellos descubrimos miles de ventanas por las que vemos a Dios y por las que Dios nos observa a nosotros. No es la altura de lo material lo que nos hace gigantes ante Dios, sino la intensidad y constancia en nuestro servicio. 

Mujeres que estén en el mundo. Vicente quiso unas mujeres intrépidas, valientes, seguras, decididas, humildes, orantes, eucarísticas y que no vivieran en un paraíso ni estuviesen perdidas en una nube.

Vuestra presencia en tantos lugares del mundo, en el día de vuestro fundador, es signo de una gran realidad: estáis donde tenéis que estar, aún en medio de dificultades. 

Que la FE sea vuestro secreto, la esperanza vuestra sabia, la caridad vuestra locura, Dios vuestra razón, Cristo vuestro modelo, el Espíritu vuestro empuje, Vicente vuestra referencia, la Iglesia vuestra casa, la oración vuestro alimento, la comunidad vuestro descanso y, los amigos que os queremos, vuestro ánimo.