7 miradas en la Eucaristía

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

AL SAGRARIO

A un Jesús presente, real y vivo. Es la mirada obligada para quien sabe que, dentro de esa casa, el Señor es quien la habita. 

A LA CRUZ

En un tiempo donde tanto se valora el altruismo de las personas, la cruz, sigue siendo el mejor exponente de lo mucho que Dios nos quiere. Con una diferencia: no por unas horas, o eventualmente, sino para siempre.

A LA PALABRA

El Señor, además de alimentarnos eucarísticamente, nos quiere llenar con la fortaleza y la seguridad que ofrece su Palabra. El ambón, es el micrófono abierto desde donde Dios va forjando nuestros corazones.

A MARIA

Mejor que nadie tuvo alma eucarística. Ella nos enseña a escuchar la Palabra de Dios y a meditarla con nuestra propia vida. Mirar a María, es buscar caminos para llegar hasta Jesús. Observar a María es intentar cumplir lo que fue grande en Ella.

A LA COMUNIDAD

La ruptura con los hermanos nos impide vivir y celebrar de verdad, el triunfo del amor de Dios sobre nosotros. No es cuestión de buscar culpables en los demás. No podemos creer en Dios si no nos fiamos de aquellos que viven junto a nosotros.

AL CORAZON

El corazón es el lugar donde se resumen y se viven los sentimientos de las personas. Allá donde está tu corazón está tu tesoro. La eucaristía es un descender a las entrañas del amor de Dios para que, el nuestro, lo haga semejante al de Cristo

AL MISTERIO

No todo lo que se vive se entiende. Pero, en la Iglesia, hay que sentir todo lo que se vive aunque no se entienda. Siempre habrá un rincón que se escape a ese virus pragmático que todo lo quiere palpar, tocar, demostrar o ver.



SEÑOR:

Que este Año Eucarístico que estamos celebrando

para vivir más y mejor 

el sacramento de tu pasión muerte y resurrección

lleve a nuestros ojos:

A entablar un coloquio entre Tú, que estás en el sagrario, 

y aquellos que nos sentamos en los bancos

A ver la cruz como una ofrenda de amor, 

y no como un simple adorno

A escuchar con más radicalidad e interés tu Palabra

A contemplar a María en su auténtica belleza: fue toda tuya

A desbordarnos en la comunidad desde la corrección y el servicio

A moldear el corazón en la alfarería de tus sacramentos

A dejarnos seducir por el Misterio, aunque aparentemente exista un vacío.

Amén