¿Cómo va el año Eucarístico?
Algunos interrogantes

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

¿Renovamos nuestra fe en la Eucaristía centro de nuestra vida cristiana?

¿Conocemos cada momento de nuestra principal celebración?

¿Promovemos la renovación de la celebración eucarística dominical y valoramos el Domingo como el Día del Señor? 

¿Oramos en torno a la presencia real de Cristo dando culto fuera de la Misa, especialmente en la adoración al Santísimo Sacramento? 

¿Nos dejamos iluminar permanentemente por la Palabra de Dios, especialmente en la Eucaristía. Las lecturas constituyen una conversación que el Señor quiere tener con cada uno. Dejamos que su Palabra penetre profundamente en nuestro corazón? 

¿Comulgamos cada domingo? Esto significa vivir la mayor experiencia de comunión con Jesús, y por medio de El, con nuestros hermanos. Es vivir en EI y El en nosotros. 

¿Por qué nos cuesta tan poco arrodillarnos ante los "grandes" del mundo y, en cambio, nos cuesta arrodillarnos en el momento de la consagración? 

¿Vinculamos la vida cotidiana a la Eucaristía? ¿Unimos fe y vida? 

¿Contagiamos a otros nuestra vivencia de la fe? La Eucaristía no puede quedar como una mera experiencia personal. Hay que dar testimonio durante la semana, ser más solidarios con nuestros hermanos, especialmente con los más pobres y sufrientes. "Tuve hambre y me diste de comer..estuve enfermo..estuve preso..Lo que hiciste con el más pequeño conmigo lo hiciste.." (Mt 25) 

¿Procuramos llegar un momento antes de la celebración para prepararnos interiormente? 

Una vez finalizada la Eucaristía ¿somos conscientes de que, en silencio, hemos de dar gracias a Dios por el pan recibido? 



ORACIÓN

Tu, Señor, que hiciste de Dios el centro de tu vida:

Haz que la Eucaristía sea motor de nuestro caminar cristiano

Que seamos conscientes de los gestos que realizamos en cada celebración

Que el Domingo sea un día de referencia a Ti, y no un torbellino de actividad que nos desgasta

Que vayamos a la iglesia, además de para la Eucaristía, para adorarte

Que escuchemos con gusto y con puntualidad el mensaje de tu Palabra 

Que, por la Eucaristía, estemos en comunión contigo y Tú con nosotros

Que, al arrodillarnos, sepamos reconocer tu poder y tu majestad

Que, después de cada Eucaristía, la empecemos a vivir con nuestra propia vida

Que, allá donde estemos, llevemos el aroma del trigo amasado y del racimo compartido

Que, con el silencio (antes y después de la Eucaristía) nos preparemos a tu presencia y te demos gracias por ella.

Amén