Reflexiones de Cuaresma

¿Vale la pena confesarse?

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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Hace poco, una revista europea aseguraba: Mientras las consultas a los sicólogos abundan, decrece entre los católicos el número de quienes se confiesan.

Uno matizaría esta afirmación, añadiendo que no sólo han aumentado las consultas a los sicólogos, sino también a los brujos, mentalistas, adivinos, astrólogos y medium. Lo cual denota esa impaciencia que todos padecemos por compartir desde la intimidad.

El primero de los sacramentos de la Iglesia, el Bautismo, tiene como materia prima el agua. Por él nacemos a la comunidad cristiana. Pero gozamos de otro, que se fabrica con el diálogo interpersonal. El sacramento de la Reconciliación, por el cual compartimos nuestra experiencia de fe, identificando los obstáculos que nos impiden una amistad segura con el Señor.

Conviene reconocer que la práctica de la confesión se ha modificado en los últimos tiempos. El sentido del pecado, bajo la luz de aquellas ciencias que tocan el comportamiento humano, se ha situado más en la conciencia que en las leyes externas. Aunque para otros creyentes todo concepto de pecado se ha borrado de su panorama interior. Sin embargo, pecar sigue siendo romper la alianza con un Dios que nos ama.

Pero los cristianos de hoy deseamos que este diálogo - sacramento sea amistoso. Sin prisas. Dentro de un clima de respeto a nuestra situación de pecadores. Y ante todo, que se nos muestren caminos de renovación y de esperanza.

No equivale la confesión a una entrevista sicológica, pero este encuentro a veces se ilumina con ciertos elementos de la ciencia del alma.

Advertimos también cómo a muchas personas les incomoda el confesionario. Quisieran un lugar más acogedor, donde puedan expresarse y escuchar, sin la presión de muchos otros que aguardan también el sacramento.

Por todo lo anterior, vale la pena que así como una vez decidimos pecar, emprendamos ahora el camino de regreso hacia el Padre. Para ello es oportuno buscar una entrevista con algún sacerdote amigo, a quien podamos abrir nuestra conciencia sin temores. Lo cual conviene hacer antes de la Semana Santa, porque entonces el tiempo de los ministros escasea.

Es un hecho. Numerosos cristianos encontraron por una buena confesión, el camino hacia una vida más cristiana y más feliz.