¿Por qué no me case.?

La sexualidad humana

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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En épocas pasadas se dio una mezquina comprensión de la persona humana. Se nos catalogaba como animales racionales. Entonces la sexualidad se situaba únicamente en nuestra animalidad. La racionalidad vivía allí cautiva, expuesta a todos los oprobios y peligros. Además, la mayoría de los pecados procedían de nuestra condición animal. Las virtudes se criaban en la esfera superior, la racionalidad. Fue una herencia de la cosmovisión griega, que tan fuertemente afectó al cristianismo durante los primeros siglos de la Iglesia.

Esta visión filosófica del hombre llevó a frecuentes desviaciones pedagógicas y ascéticas. Algunos sectores de la Iglesia —dice un autor— sólo han contemplado en su entorno ángeles disminuidos o animales promovidos.

No fue escaso el aporte de Freud para un mejor conocimiento de la persona humana, aunque su teoría global presente elementos discutibles.

Iluminados por este sabio austríaco, avanzamos notablemente hacia una adecuada comprensión antropológica. Para los cristianos, la sexualidad es una dimensión esencial de la persona humana.

Entendemos por sexo una posición ante el mundo y ante la vida, derivada de condicionamientos sicológicos y biológicos especiales.

En la especie humana los individuos presentan una primera clasificación: Somos hombres y mujeres. Así comprendemos que lo sexual no se reduce a un área biológica. Cobija todo el ser. Identifica nuestros sentimientos, nuestra forma de pensar. Todos nuestros proyectos y realizaciones.

Lo sexual es una instancia innata en cada ser humano, una serie de realidades síquicas y físicas que se nos dan desde la concepción, en espera de una educación adecuada en dicho aspecto. Educación propia de cada etapa de la vida y de cada cultura.

En lo humano, además, lo sexual tiene una íntima conexión con lo religioso. Al fin y al cabo es un dinamismo que nos ha regalado el mismo Creador, quien nos hizo a su imagen y semejanza. No estamos hablando de Dios como un ser sexuado. Pero sí entendemos que nuestra condición masculina o femenina, donde brota el impulso al amor y a la vida, es un regalo del Señor.

Además, la sexualidad es el dinamismo con el cual colaboramos en la administración del universo y en la conservación de la especie.

Lo sexual, en todas las literaturas religiosas, presentará formas para entender un poco más las relaciones de Dios con el hombre. De la humanidad con su Creador.