¿Pero existe de veras el demonio? 

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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A este respecto podríamos distinguir tres posiciones: Algunos niegan de plano la existencia del Maligno. Muchos hombres y mujeres de hoy afirman “haberse librado del demonio". Haberle cortado, como afirma Arthur Miller, las barbas a Dios y los cuernos al diablo. Para ellos, Satanás no tiene en nuestra civilización otra tarea que asustar a los ingenuos. 

Es un fenómeno constante: El hombre, por un mecanismo de defensa, acostumbra burlarse de todo cuanto le desborda. Prefiere ignorar lo que no alcanza a digerir en su mente. 

Otro grupo lo forman quienes creen demasiado en el diablo, convirtiéndolo en un segundo Dios. Son gentes aterradas que ven en todas parte el poder del demonio. Su vida religiosa transcurre en “aventuras de encrucijada” como dijera don Quijote, escapando de las celadas que a cada rato les tiende alguien de absolutos poderes. 

Vendrían en tercer lugar los creyentes que seguimos la doctrina de la Iglesia. Reconocemos el poder de Dios y la posibilidad de vivir su amistad, sanos de muchos miedos y zozobras. 

Bajo la palabra de la Iglesia nos colocamos en el justo medio. Nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica: ”Tras la elección desobediente de nuestros primeros padres, se escucha en la tierra una voz seductora, opuesta a Dios. La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en ella un ángel caído llamado Satanás o diablo” (39l). 

“Sin embargo el poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu, pero siempre criatura. El no puede impedir la edificación del Reino de Dios... El que Dios permita la actividad del demonio es un gran misterio. Pero nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que El ama”. (Rm 8,2) (395). 

Por lo tanto no es correcto atribuirle al Maligno todo el mal que causamos los mortales. Mal que podemos remediar por la gracia del Señor.