Lo bueno de las sectas 

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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En estos grupos religiosos, aparte de algunas personas de mala fe, encontramos también otras honestas, que han sido engañadas. Es justo además reconocer que muchas sectas acercan a sus adeptos a la Biblia y promueven entre sus afiliados buenas relaciones y un relativo sentido fraterno. 

En sus cultos se da buena participación de los fieles y música de aceptable calidad. 

Vale añadir que dichos grupos religiosos logran despertar una dimensión de fe en ciertos cristianos apáticos y rutinarios, quienes confiesan a boca llena que han encontrado a Jesucristo. Aunque uno se pregunta: ¿Cuando pertenecían a la Iglesia buscaron de corazón al Señor? 

De otra parte, conviene aclarar que con las sectas nuestra Iglesia casi nunca pierde a sus mejores hijos. Se trata de algunos que no vivían su fe de manera consciente y de pronto los atrajo un familiar, algún amigo hacia determinado culto. 

Lo triste del asunto es que anualmente, en América Latina, abandonan la Iglesia Católica alrededor de 600.00 bautizados, cuya perseverancia en las sectas alcanza un máximo de diez años. Enseguida su fe se disuelve: Ni para Dios ni para nadie. Se explica entonces que en nuestros pueblos y ciudades aparezcan sitios de culto aquí y allá. Pero pasados un tiempo ya no están. En cambio nuestros templos, muchos de ellos centenarios, perduran, a pesar del agravio de la urbanización y las fallas de los hijos de la Iglesia.