Reflexiones de Cuaresma

El paso de la Pascua

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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Por las tierras cercanas al río Eufrates, en la región que hoy llamamos Irak vivieron muchos antes de Abraham, tribus nómadas dedicadas a la cría de ovejas y de cabras. Por esas partes era duro el invierno que obligaba a hombres y animales a refugiarse en cuevas durante varios meses.

Pero al llegar Nizán, tiempo en que despuntaba la primavera, regresaban a las colinas para pastorear al aire libre sus rebaños.

Como eran gentes religiosas, celebraban el final del invierno y el despunte de la primavera con una reunión familiar donde se alegraban en común y daban gracias a sus divinidades. Por estas fechas correteaban ya los corderitos y las legumbres habían dado sus primeras cosechas. Entonces sacrificaban un cordero que compartían con familiares y vecinos.

Cuando Abraham abandona su casa y su patria en busca de otra tierra que Yavéh le señala lleva consigo las tradiciones de su pueblo, y cada año, cuando cesa el invierno, repite con su tribu esa costumbre agraria que poco a poco se orienta hacia el Dios único que Abraham ha descubierto.

Luego de su largo peregrinaje cuando sus descendientes se aposentan en las tierras vecinas al Jordán, cada año se renueva aquel rito. Para dar gracias al Señor y celebrar el regreso de un mejor clima.

Los judíos esclavizados en Egipto conservan aquella tradición y le añaden un ingrediente de esperanza. Así como cesa el invierno ellos aguardan que termine un día su situación de esclavitud. Esperan que Yavéh los regale tiempos. Todo esto era la Pascua. La misma que el pueblo liberado por Moisés celebró durante su peregrinación por el desierto. Ya entonces la Pascua era la fiesta del Recuerdo "Porque Yavéh te sacó de Egipto con brazo fuerte y mano poderosa" Dt 5,15).

Jesús, como todo judío piadoso, cada año también celebraba la Pascua, la cual ya tenía un ritual establecido que los ancianos cuidaban con esmero. Pero la víspera de su pasión, el Señor se reúne con sus más allegados y le da a la celebración pascual un sentido de memorial, pero además proyecta esa pascua hacia el futuro. Quiere que ella signifique su próxima muerte y su resurrección. Y al añadir una copa especial y un pan les manda a sus amigos que repitan este gesto en su recuerdo.

Cuando los cristianos de hoy celebramos la fiesta de Pascua, estamos reviviendo esa costumbre ancestral que inventaron los coetáneos de Moisés, celebraron los judíos en Egipto, y conmemoraron durante muchos siglos. Revivimos la última Pascua de Jesús donde se despidió de sus discípulos. Y reviviremos también la muerte y la resurrección del Señor.

Ese paso de Cristo de la muerte a la vida, dinamiza nuestro cambio del pecado a la gracia. De la oscuridad a la luz. De la soledad a la esperanza.