¿Por qué no me case.?

El meollo del asunto

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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¿En qué consiste entonces el celibato sacerdotal? Son célibes aquellos que, por una u otra razón, no han contraído matrimonio. Encontramos en la humanidad muchos célibes. Los unos que todavía no abrazan la vida matrimonial. Los otros que la han excluido de su proyecto humano.

En cuanto a las motivaciones celibatarias también son muchísimas. Variadas circunstancias económicas, sociológicas, sociales impiden a algunos conformar un hogar con sus alegrías y responsabilidades: Otros y otras renuncian a casarse en servicio de los demás: Unos hermanos huérfanos, una madre desvalida. Aquí encontramos ya una motivación evangélica.

Dentro de la estructura actual de la Iglesia quienes a acceden al ministerio sacerdotal se comprometen a no casarse. ¿Pero solamente a no casarse? Sería algo mezquino e incomprensible: Se comprometen a orientar su sexualidad en una dimensión especial. A amar de otra manera. A consagrar toda su energía vital a los planes del Reino de Dios.

Si la sexualidad humana es toda ella misteriosa, aquí lo es en una forma peculiar. Es decir, encierra un más allá donde se esconde un dinamismo maravilloso y a veces desconocido. Un más allá que limita muy de cerca con la acción de Cristo. Pensemos un momento en la sexualidad del Padre Gracia Herreros, al servicio de los más necesitados. En la sexualidad de Juan Pablo II, o de la Madre Teresa de Calcuta.

En algún seminario oí esta reflexión: La capacidad afectivosexual de cada joven podrá ser mañana igual a su capacidad pastoral. Los estudiantes escuchaban atentamente.