Reflexiones de Cuaresma

Convertirse y creer

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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El cambio fue notable. En otras épocas, al imponernos la ceniza, nos decía el sacerdote: Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás. Era una teología de temor y de muerte. Todas las alegrías de esta vida, aún las más inocentes, se hundían al peso de aquella cruz de tierra, que nos manchaba la frente.

La formula actual es más hermosa: Conviértete y cree en el Evangelio. Una invitación muy distinta. Un llamado a escuchar la Buena Noticia de Dios.

Cronológicamente pudiera ser primero la fe y enseguida la conversión. No importa. Para que el anuncio de Dios nos resuene en lo interior, es necesario enderezar la ruta. Es necesario esquivar la algarabía de tantas voces, que aturden los oídos y deslíen el mensaje cristiano.

En la Iglesia primitiva la palabra evangelio significó anuncio. Cuando los apóstoles se reunían con las comunidades para contarles que Jesús de Nazaret había muerto en la cruz, pero que ellos lo habían visto resucitado y habían comido con El, muchos acogían esta historia y se alegraban de corazón.

La asamblea iba sacando conclusiones. Y los que aceptaban el Evangelio eran cada día más numerosos.

Nuestra vida... ¿Pero qué es nuestra vida? Un manojo apretado de tareas, preocupaciones, proyectos, esperanzas. También de dolores y fracasos. Valdría preguntarnos qué espacio ocupa Jesucristo en esa trama de alguien que se dice cristiano.

Durante el tiempo de Cuaresma se nos invita a responder esta pregunta. Si no encontramos, allá en nuestro interior, ningún espacio donde el Señor habite: