Amigos a tiempo completo

Equilibrar la balanza del mundo

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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El mundo obrero, con sus tensiones y angustias es el ambiente en que se mueve la vida de José. Antes de entrar al Seminario cursó dos años de sociología. Luego, la universidad de la vida y sus lecturas lo han capacitado en derecho laboral, marxismo, economía, doctrina social de la Iglesia y otras yerbas.

Madruga cada día a celebrar Misa donde unas monjas de clausura, escribe poemas de protesta, lee y fuma mucho, juega basquetbol, habla de arte y es un hombre piadoso, aunque no lo parezca por su aspecto descuidado e informal.

Sabe compartir con sus amigos la cerveza y el billar, pero desde un hondo convencimiento de su misión de anunciar el Evangelio.

De vez en cuando lo llaman de madrugada a administrar un moribundo. Entonces atraviesa las calles, llenas de penumbra, con su chaqueta oscura y su andar pesado. Se queda un buen rato conversando con los familiares del enfermo sobre temas intranscendentes, que llevan sin embargo cosido al hilván un trozo auténtico de Evangelio.

Es un hombre de cara adusta y ojos hundidos. Pero lleva siempre consigo un trasfondo de ilimitada ternura y sabe reírse con inocencia de las cosas, de las personas y de las peripecias de la vida.

Sueña cada noche con un mundo feliz, donde no haya opresión, ni injusticia, ni pobreza, ni odio.

Pero sabe muy bien que éste no llegará sino por el cambio interior del corazón del hombre.

Por esto, antes de enfrentar entre sí los grupos sociales, continúa sembrando el Evangelio que es como una semilla, y posee la fuerza de la sal, la terquedad de la luz, la sutil insistencia del agua para transformar los árboles desde la oscuridad de las raíces.

Una tarde acompaña a un sindicato, otra, asesora a los dirigentes de una cooperativa, se reúne con un grupo de deporte, o colabora en una obra de teatro a favor de la guardería infantil.

No desea nada más, lo cual es signo de felicidad cumplida. Pone cada día un grano de arena buscando equilibrar la balanza del mundo y preparar los caminos, para que regrese el Señor.