Amigos a tiempo completo

Caminando a su lado

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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Es cierto que su vestimenta no es la más aceptada por sus superiores ni por sus familiares. Pero Antonio se siente bien así, entre sus amigos que son los jóvenes de todas las pelambres.

Hace ya siete años que el obispo lo ordenó sacerdote, poniéndole las manos sobre la cabeza, enviándolo a predicar el evangelio, a celebrar Misa y a perdonar pecados.

Comenzó su ministerio como vicario de una parroquia suburbana, pero a los pocos meses se dio a conocer su carisma: La pastoral de jóvenes. Hoy, aunque sigue ligado a una de las parroquias, su campo de acción es la pastoral juvenil y vocacional.

¿En qué gasta las veinticuatro horas del día? Ni él mismo lo sabe muchas veces. Porque el tiempo corre velozmente, mientras prepara una charla, programa un boletín, idea un afiche, motiva la Pascua Juvenil, se reúne con un equipo dirigente. O bien, acude a solucionar una crisis, escucha a alguien que necesita desahogarse, promueve a éstos, detiene un poco a aquellos y camina por todas partes con el alma indefensa, expuesta a quien quiera robarle su tiempo, hipotecarle el corazón y endosarle sus propias preocupaciones.

Antonio se siente a veces raro, porque mira la vida de otro modo. Al fin y al cabo, su ministerio sacerdotal ha sufrido una simbiosis casi plena con la mentalidad de los jóvenes. Para ellos, este mundo prefabricado y postizo en que nos movemos los adultos es solamente una solemne comedia, con aspectos muchas veces de tragedia. Todo ello le mueve a orar con una oración simple y a veces desgarrada que no entiende, pero ama. Que no razona, pero sabe esperar. Que no ve claramente la luz, pero aguarda a todas horas la mañana.

Se alegra de comprender a los jóvenes un poco más que otros, inclusive que los propios padres de familia. Sabe de sus luchas, de sus esfuerzos, de sus contradicciones, de sus románticos sueños y de sus amargas derrotas. Pero aprendió a acompañarlos, a no darles una fe construida sino los elementos para edificarla.

A su lado, muchos jóvenes se sintieron llamados por el Señor a la vocación sacerdotal o religiosa. Él nunca los invitó directamente. Tan sólo caminó algunos días a su lado y ellos miraron que era bueno ser "así", es decir, como Cristo, en medio de una descomplicada sencillez.