Fuente y origen

Abbá, una palabra de ternura 

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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La gran revelación de Jesús, como nos enseñan los biblistas, consistió primero en tratar a Dios de tú. En el lenguaje hebreo de entonces nadie se había atrevido a tanta cercanía. Pero además, el Maestro emplea una palabra inédita en la oración judía. Se dirige a su Padre, invocándolo a la manera como los niños llamaban a su padre dentro del hogar. Nombrarlo así en público hubiera sido mala educación: Lo llama Abbá. Una expresión tomada del arameo, el idioma del pueblo sencillo. 

A los varios nombres de la tradición judía para invocar a Dios: Elohim, Adonaí, Yavéh Sebaot, vocablos que traducían más o menos: El Dios fuerte, el Dios lejano, el Dios de las montañas. “El que mira a la tierra y ella tiembla, toca los montes y echan humo” ( Sal 104, 32), Jesús añade uno totalmente nuevo: Abbá, un término que expresa confianza, cariño, pero ante todo, ternura. 

Tanto impresionó esta palabra a las primeras comunidades, que san Pablo y san Marcos, quienes escribieron en griego, la dejaron en el original arameo (Rm 8,15 Ga 4,6 Mc 14,36). 

El capítulo seis de san Mateo es el escenario privilegiado, donde aprendemos con más profundidad, esta revelación de Jesús: 

“Y cuando oréis no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. 

Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre que está allí en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará”. (Mt 6, 6) ( Los niños acostumbraban llamar a su padre abbá, sólo en el recinto del hogar). 

Y añade el evangelista: 

“Y al orar no charléis mucho, como los gentiles que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo. 

Vosotros, pues, orad así: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; Y perdónanos nuestras deudas así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, más líbranos del mal” (Mt 6,7-13). 

Y al final del capítulo, leemos: 

“Por eso yo os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan ni recogen en graneros, y vuestro Padre Celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del vestido ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo cómo crecen; no se fatigan ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No andéis pues preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer, qué vamos a beber, con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles, pues ya sabe vuestro Padre Celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura” (Mt 6,25,33). 

Y al comienzo del capítulo siete, hay un párrafo que no podemos omitir: “Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca halla; y al que llama, se le abrirá. 

¿O hay acaso alguno entre vosotros que si un hijo le pide un pan, le dará una piedra; o si le pide un pez, le dará una serpiente? Si, pues, vosotros, siendo malos sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!” (Mt 7, 7-11). 

Jesús nos enseña a llamarlo, con un vocablo que pudiéramos traducir como “papacito”, “papi” para nuestro medio.