Por los pueblos eslavos

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

Sitio Web

 

Los hijos de un alto funcionario de Tesalónica, Cirilo y Metodio, llevan el evangelio a los pueblos eslavos. Hombres letrados, Cirilo había enseñado filosofía en la universidad imperial. Ambos acuden a un llamado del príncipe Ratislav, emperador de Moravia, para un proyecto pastoral. 

En un principio, las Iglesias particulares envían misioneros a otros pueblos. Luego, los papas confían el anuncio del evangelio a los monjes y les señalan a donde ir. Más adelante, reyes y príncipes llaman misioneros a sus territorios, o los encargan de cristianizar otros pueblos. Estamos en el siglo XI. 

La novedad de estos dos misioneros hermanos fue, ante todo, haber creado una liturgia adaptada a los pueblos que evangelizaron, usando la lengua nacional. Un admirable ejemplo de inculturación del Evangelio. Adriano II, el papa de entonces, aprobó y alabó aquel experimento pastoral, el cual, sin embargo, fue mal mirado por los obispos francos, quienes después de muerto Metodio, lograron proscribir la liturgia eslava. 

Los cristianos de Hungría, Checoslovaquia, Rumania, Bulgaria, Polonia y países vecinos, miran en San Cirilo y en San Metodio a los padres de su fe. 

Pasarán muchos siglos antes de que la encarnación en las culturas sea criterio de evangelización. Entonces, la fe cristiana comenzaba a sentirse atada a una lengua, a una cultura, a una idiosincrasia. 

Pudiéramos considerar tres etapas globales en la obra misionera. Durante la primera, se lleva una Iglesia construida para implantarla en algún lugar del mundo. En la segunda etapa, nos preocupamos de adaptar nuestra Iglesia a las condiciones y situaciones de otros pueblos. En la tercera, que es la actual, con gran respeto a las culturas de los pueblos, acompañamos a éstos para que ellos mismos descubran el mensaje de Jesús. Para que hagan nacer la Iglesia de Cristo, sin perder su propia identidad étnica. 

Durante el concilio Vaticano II, el cardenal Joseph Malula expresó: "Para nosotros es indispensable africanizar la Iglesia". Lo cual sonó muy mal ante otros padres conciliares. 

Los Santos Cirilo y Metodio fueron afortunados, por lo menos durante un tiempo, en su esfuerzo por inculturar el mensaje cristiano. No lo fue tanto el P. Matteo Ricci, apóstol de la China, unos siglos más tarde.