“Y líbranos del mal”

Autor: Gustavo Daniel D´Apice

Webs del autor en: catholic.net y Dialogando

Hace pocos días concluía una conferencia sobre los “Ángeles caídos” y hacía referencia a la última petición que hacemos en el Padre Nuestro: “Y líbranos del Mal”.

 

Jesús nos enseña a rezar esta oración en el Sermón de la Montaña, en el capítulo 6 del evangelio de San Mateo.

 

El Catecismo de la Iglesia Católica, haciéndose eco de la tradición mística de la Iglesia (de aquellos que “experimentaron” a Dios), hace un jugoso y bastante completo comentario a la “oración del Señor” en la segunda sección de la cuarta parte, dedicada a la oración cristiana.

 

Les decía que en esta charla hacía referencia a esta última petición porque es un verdadero exorcismo personal. De hecho, si observamos distintas traducciones de la Biblia, muchas optan por colocar “Mal” con mayúscula, es decir una fuerza personal (pervertida y pervertidora decía Pablo VI), otras “líbranos del Malo” y otras “del Maligno”. Como podemos observar y como hacen referencia los exegetas en las notas explicativas a pie de página en las Sagradas Escrituras, se refiere al Diablo, Demonio o Satanás, pidiéndole al Padre que nos libre de él y de sus influencias nefastas.

 

Podemos saber más de este personaje si consultamos los números 391 al 395 del Catecismo, donde el Magisterio de la Iglesia, meditando sobre las fuentes de la Revelación (Sagrada Escritura y Tradición Viva), habla del tema.

 

Los números en los que habla de este “petit” exorcismo, son desde el 2850 al 2854. En el evangelio de Juan, capítulo 17 versículo 15, Jesús mismo pide al Padre que “nos guarde del Maligno”.

 

El número 2852, haciéndose eco del evangelio de Juan y del Apocalipsis, acude a sus distintos calificativos, con referencia a su actuación en nosotros: homicida, mentiroso y padre de la mentira y seductor.

 

Es homicida porque mata la vida de la gracia en nosotros y, por lo tanto, da muerte a nuestra alma.

 

También hace que el cuerpo perezca, porque “por envidia del Diablo entró la muerte en el mundo” (Sb. 2,24).

 

Además, puede atraer al alma que se empecina en el mal al infierno, procurándole muerte eterna. Por último, en el Juicio Universal o Final, puede apoderarse del cuerpo resucitado y del alma en el infierno, ya que la resurrección es para justos e injustos.

 

Es mentiroso y padre (principio, autor) de la mentira porque ya en el Génesis observamos esta táctica en su psicología malvada: 3 veces tienta a Eva bajo esta estrategia en los 4 primeros versículos del capítulo 3.

 

Primero le dice: “¿Así que Dios les ordenó que no coman de ninguno de los árboles del jardín?”, cuando en realidad no les permitía comer únicamente del que estaba en el centro (2,17).

Aquí Eva comete el primer error, que es entrar en diálogo, explicaciones y componendas con el tentador (3,2).

 

Al ver su debilidad y falta de decisión, arremete la serpiente venenosa con la segunda mentira: “No, no morirán” ya que Yahvéh, como le explicara Eva, les había dado esta razón para no comer de él.

 

Arremete derecho contra el mandamiento de Dios, no como la primera vez (“Así que...”), en la que la serpiente, como buena enroscada y enroscadora, daba “vueltas” alrededor de la temática que le interesaba para tentar y hacer caer. Y concluye mintiendo por tercera vez consecutiva (por lo que no se encontró nada de verdad en este discurso. Dios es la Verdad; el diablo es carencia de ella): “Se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal”. Lo que sedujo finalmente a la mujer, quien compartió su seducción con su compañero.

 

Por lo visto hasta ahora, y haciendo referencia al tercer apelativo del Demonio: Seductor, vemos que cumple su labor de seducción presentándose como “Ángel de Luz” (al decir de San Pablo), presentando sus ofertas como deliciosas y convenientes, haciendo muchas veces referencia a la Sagrada Escritura (como lo hizo con Jesús en las tentaciones en el desierto: cfr. Mt. 4, 1-11 y //).

 

La tentación nunca aparece como algo malo, sino como algo conveniente, bueno y “natural”, y en ese momento “crítico”, la virtud es presentada como “anti-natural”, haciendo entrar en perplejidad al alma que lo escucha.

 

Lo importante es que aquí se nos presentan formas de actuar del enemigo de Dios y nuestro que aparecen constantemente en nuestra vida cotidiana (su “psicología”).