La Santisima Trinidad en nuestra vida

Autor: Gustavo Daniel D´Apice

Webs del autor en: catholic.net y Dialogando

Fuente: Ediciones "Dialogando"



Aunque muchas veces se dice que la Santísima Trinidad es un Misterio, algo podemos decir acerca de Ella, como para dar lugar a que nuestro acto de fe sea inteligible y libre.

 

1)Personas. Lo primero que tenemos que decir para considerarnos plenamente cristianos es que en Dios hay Tres Personas distintas en Una Sóla  Naturaleza Divina. 1. Padre, 2. Hijo y 3. Espíritu Santo. Pero coloquemos un poquito más de Luz:  

2)             Procedencias en Dios. Considerando a Dios en Sí mismo, en su Realidad íntima, podemos decir que hay Dos procedencias dentro de Él: 1. El Hijo procede del Padre por el camino de la Inteligencia de Dios, de su conocimiento íntimo y reflejo, y 2. que de la contemplación amorosa del Padre y del Hijo procede una Tercera Persona, que es el Espíritu Santo, por el camino de la Voluntad amante de Dios. Pero veamos cómo las Tres Personas  se relacionan en Sí mismo:

 

3)             Relaciones de Dios en Sí Mismo(“ad intra”). Hay Cuatro relaciones en Dios: 1. La del Padre con referencia al Hijo es, como su procedencia lo indica, la de Paternidad. 2. La del Hijo con referencia al Padre es, la de  de  Filialidad. 3. La relación del Padre y del Hijo con referencia al Espíritu Santo, al que espiran en un Acto inaudito de Amor, formando una Tercera Persona, se llama Espiración Activa.  4. La relación del Espíritu Santo, en cuanto espirado por el Amor del Padre y del Hijo, con referencia a Ellos, es la Espiración Pasiva.

 

 

4)             Las Misiones de Dios hacia fuera de Sí Mismo. Una misión supone un envío. Alguien que envía y otro que es enviado. En el caso de Dios, hablamos de que hay Dos misiones “ad extra”: 1. La del Hijo, enviado por el Padre, y encarnado en Jesús de Nazareth, que fue concebido, nació, vivió, murió y resucitó gloriosamente para nuestra salvación. Y 2. la misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre y el Hijo, para formar, manifestar, santificar y consumar la Iglesia de Jesucristo, Pueblo de Dios Padre, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu Santo. Esto en sentido estricto. De todas maneras, las Personas Divinas se inhabitan mutuamente, y donde está el Hijo, están el Padre y el Espíritu Santo. Donde está el Espíritu Santo, están el Padre y el Hijo, y donde está el Padre, están el Hijo y el Espíritu Santo. Esto, en Teología, se llama pericóresis o circunmincesión. Al alma en gracia, vienen a inhabitarla los Tres, aunque el Padre no es enviado por nadie.

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5)             Apropiaciones o atribuciones en Dios. En Dios todas sus operaciones son en común: Crean los Tres, redimen los Tres, santifican los Tres. Pero por apropiación o atribución adjudicamos a cada una de las Personas Divinas alguno de estos actos: 1. La creación al Padre, Principio sin principio. 2. La Redención al Hijo, que en Jesús de Nazareth murió y resucitó para nuestra justificación. 3. La santificación se la atribuimos al Espíritu Santo, que llena y da vida nueva a nuestras almas, las consuela, dirige y guía. Pero en la creación están inseparablemente unidos al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.  En la redención, con el Hijo, el Padre y el Espíritu están en Jesús de Nazareth. En la santificación, no sólo el Espíritu Santo nos va conduciendo,  sino que con Él están el Padre y el Hijo. Apropiamos cada una de estas realidades a alguna de las Personas Divinas, aunque siempre están las Tres.

 

6)             La Trinidad y nosotros. Cuanto más conocemos, más amamos a Aquel que conocemos. Y si conocemos y amamos a Dios, nuestra vida irremediablemente se verá transformada, transfigurada, rejuvenecida, revitalizada. El cambio será irreversible y se dará. La relación con Dios transfigura la relación con los hermanos y con el medio ambiente que nos rodea: 1 Con el Padre tenemos que relacionarnos como hijos que se abandonan confiadamente en su seno o regazo (no olvidemos los rasgos maternales de Dios –CEC 239-), con filial abandono. 2. Con el Hijo nuestra relación es la de hermanos, compañeros y amigos que transitan el Camino para llegar al Padre común.3. El Espíritu Santo se relaciona con nosotros como Esposo de nuestras almas, a las que conduce, guía y dirige hacia la deificación (la divinización del hombre).

 

7)             Además,  podemos decir que:

 

1. Nuestra inteligencia se une al Hijo por medio de la fe, creyendo en Jesús el Señor, que sana y salva.

 

 2. Nuestra voluntad se une por medio del Amor al Espíritu Santo, por la virtud teologal de la Caridad (Rm. 5,5).

 

3. Nuestra memoria se une al Padre Celestial por medio de la esperanza, despojándose de sus recuerdos caducos, haciendo el vacío de las cosas creadas y del pasado, y dejándose invadir por la Vida Eterna de Dios que viene del futuro, Vida que cura, sana, libera y reconcilia.