El homicidio voluntario

Autor: Gustavo Daniel D´Apice

Webs del autor en: catholic.net y Dialogando

Fuente: Ediciones "Dialogando"



CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA.

El homicidio voluntario (no el homicidio culposo)


2268. No matar.
Se refiere al homicidio directo y voluntario, y corresponde al quinto mandamiento de la Ley de Dios dada por Él a Moisés en la montaña del Sinaí, cuando desde la esclavitud de Egipto se dirigían a la Tierra de la libertad.

El que mata y el que colabora voluntariamente con él cometen una grave transgresión al orden moral de las cosas.

Especialmente graves son: el infanticidio, el fratricidio, el parricidio, el homicidio del cónyuge.

Están agravados por la razón de los vínculos naturales que se destruyen.

Ni la eugenesia ni la salud pública pueden eliminar personas, aunque fuera ordenado por las autoridades públicas.

2269.
Ø Tampoco se puede hacer algo para provocar la muerte” indirecta” de otra persona.

Ø Tampoco se puede exponer sin razón grave a alguien a un riesgo mortal.

Ø Tampoco se puede negar la asistencia a alguien que se encuentra en peligro (“abandono de persona”).

Es gravemente injusto:

Ø La mortandad por hambres injustificadas, o que las autoridades pudiendo remediarlas no lo hacen.

Ø Las pestes y calamidades por el mismo motivo.

Ø Los que comerciando usureramente provocan el hambre y la muerte de sus hermanos donde quiera que se encuentren, cometen indirectamente un homicidio que clama al cielo justicia, y que les es imputable.

Ø El homicidio involuntario (culposo) no es imputable.

Ø Sí cuando, sin razones proporcionadas, se sigue la muerte de alguien, aunque ésta no haya sido causada con intención (corriendo “picadas”, peleándose ebrios o no, “los patovicas”).