El dinero en la Iglesia Católica
Autor: Gustavo Daniel D´Apice

Webs del autor en: catholic.net y Dialogando

 

 

 En estos días, los Obispos católicos, como uno de los frutos de su reunión en San Miguel (B), aclararon lo más que pudieron el cómo se maneja la cuestión económica dentro de la Iglesia.

En contra del creer de muchos, ésta no es sostenida por el Gobierno, ni sus ministros reciben sueldos, ya sea de parte del Estado (salvo que cumplan alguna función dentro de sus organizaciones) ni de parte de la misma Iglesia.

Quiere decir, que éstos están librados a la libre generosidad de los fieles, los cuales tienen la responsabilidad primaria de sostener el culto, mantener a sus ministros, y subvencionar la acción evangelizadora y misionera, si desean que el mensaje evangélico siga resonando en el mundo, pues, evidentemente, nada se puede hacer sin los necesarios medios económicos.

El mismo Jesús tenía personas que lo ayudaban con sus bienes y en la administración de su pequeña comunidad apostólica (Lucas 8, 1-3; Juan 13, 29).

En estos días han llegado a los fieles católicos dos cartas y un folleto que tratan sobre el tema. En forma sintética, se hace resonar el pedido que manifestó en repetidas ocasiones el ahora arzobispo de Resistencia, Mons. Carmelo Giaquinta, en sus conocidos libros “Todo es Común” y, últimamente, “La comunión de bienes en la Iglesia Argentina. El dinero de la Iglesia, ¿de dónde y para qué?”.

Las cartas y el folleto que se distribuyen son breves y claros, tratando de que todos entiendan. Explican, como en toda familia, cómo intentan llegar a fin de mes con los escasos recursos que aportan la mayoría de quiénes se dicen católicos, pero poco contribuyen para que su fe se trasunte en obras, y principalmente, si estas obras tienen que pasar por su bolsillo.

Y así cómo, a través de las monedas, la mayoría de las veces de 0,05 y 0,10 (cuando no botones y cosas que no sirven), tienen que pagar antes de su vencimiento la luz, el teléfono y el gas, para que no se los corten como a cualquier hijo de vecino, hacer que el sacerdote pueda comer, vestir y movilizarse ante el requerimiento de sus fieles, mantener y limpiar la Iglesia, los salones de reunión y la casa parroquial, subvencionar la catequesis, la evangelización y la escasa misión que puedan realizar, formara sus catequistas y agentes de pastoral, afrontar nuevas construcciones para la reunión de los cristianos y, aparte de todo esto, la promoción de la asistencia humana en todos los niveles posibles. 

Entonces, más allá de las respuestas contables, que las hay y se exponen, se acude a algo entendible para todos: Evidentemente se hacen milagros para lograr sostenerse, pero no se puede vivir constantemente esperando los milagros de Jesús. Él dio manos para trabajar, cabeza para pensar, pies para moverse.

Y acuden los Obispos a la estrategia pedagógica de auto contestar las preguntas más frecuentes que la gente común y el clero se hacen con relación a estas cosas, principalmente si con la colecta del domingo se piensa que se puede sostener todo esto, si la Iglesia argentina tiene mucho dinero (evidente que no más que los hogares de muchos argentinos) y para qué necesitan del mismo las parroquias.

Luego de agradecer la contribución voluntaria que muchos hacen con sus bienes, tiempo y talentos, acude a la conciencia de cada bautizado: Todos constituyen la Iglesia, y, en este momento más que nunca, es una responsabilidad de todos el sostenerla, y no solamente de algunos, ya que ya no alcanza.

El llamado culmina, dentro de esta campaña para el sostenimiento de la Iglesia católica (¿quién lo hubiera pensado, y mucho menos actuado?, ya que tanto les cuesta hacerlo, como los mismos Pastores dicen), con una frase de la Biblia, aquella que se refiere a una expresión del Apóstol San Pablo en su carta a los Corintios: “-Dios ama al que da con alegría” (II Cor. 9, 7).

Junto a este folleto tan brevemente explicado, pero que vale la pena tener y conocer, en el que se desea que los cristianos católicos tomen conciencia en su interior de la necesidad de su aporte económico para que la Iglesia siga existiendo, se acompaña una fichita en la que, colocando los datos y entregándolo en alguna parroquia, se puedan contactar con el interesado para coordinar la ayuda que pueda implementar. 

Aún de lo poco, pero si es en forma constante y continuada, se puede hacer mucho.
Los Obispos han tratado de hablarlo con la mayor verdad y transparencia que les ha sido posible. Ellos dicen que sin miedo ni dobles intenciones. Veremos cómo responden los cristianos bautizados católicos, que en estos días comienzan su tiempo litúrgico de Adviento, esperando la Venida definitiva del Salvador, mientras recuerdan su paso por este mundo hace unos dos mil años, en las entonces polvorientas tierras de Palestina.