Algunas cuestiones referentes a Lucifer y a su actuación.

Autor: Gustavo Daniel D´Apice

Webs del autor en: catholic.net y Dialogando

 

1) El ángel Lucifer, al ser creado, se definía por el primer acto libre: con Dios en la gloria, o lejos de Él para siempre. 

El ángel no discurre como nosotros, no pasa de un pensamiento a otro sacando conclusiones, arrepintiéndose, eligiendo caminos nuevos.

Ve la cosa con una intuición certera, de un solo "golpe" de inteligencia (por eso su conocimiento es superior al nuestro).

Él se vio tan bello e inteligente que decidió buscar la felicidad en sí mismo.

Lo cegó lo inmediato, como pasa con nosotros también en las tentaciones en las cuales caemos. 

Lo inmediato nos ciega.
Si consideráramos con frialdad lo mediato, el mediano y largo plazo de nuestros actos, nunca caeríamos en pecado.
Pero nos fascina lo que se nos presenta ahí nomás, delante nuestro.

En esto nos pasa, y le pasó a Lucifer, lo del famoso Narciso de la mitología:
Tanto se admiraba que decidió contemplarse en las aguas de un lago.
Contemplando su bello rostro, tanto se acercó a él reflejado en las aguas, que se cayó y se ahogó.

Así nos pasa con la fascinación del pecado cuando caemos. Así le pasó a Lucifer con su envidiable naturaleza angélica.

El ángel caído, al que llamamos demonio, por su naturaleza, no cambia de opinión ni quiere hacerlo. 

Su objetivo sería llevar a todos los hombres con él al infierno, pues su odio hacia Dios es eterno.

Hubo un error en la historia de la Iglesia, con referencia a que el demonio podía convertirse al final de los tiempos:
Se la llamó "apocatástasis" (redención del diablo), pero se vio la falacia de este razonamiento. Él quedará eternamente alejado de Dios por propia opción irreversible.

2) Su anhelo de Dios es su rechazo incondicional del mismo. 

En cada alma que pueda ganar, a Dios no lo afecta, porque en ese caso brilla gloriosamente su atributo divino de la justicia, habiendo empleado en todo caso anteriormente la misericordia hasta que ésta fue rechazada.

A él sin duda le otorgaría cierta satisfacción en su mentalidad depravada y pervertida, que lo haría más infeliz aún, aumentando el mal accidental en él.

No actúa con parámetros humanos ni con finalidades histórico-temporales.

Se mete en la historia y en el tiempo tratando de dar rienda suelta a las pasiones desordenadas de los hombres, para conseguir su perdición eterna.

A cambio de ciertos placeres temporales (cfr. el Fausto de Goethe), quiere eternamente el alma cerca de él y lejos de Dios.

Las cosas temporales que propone son sus medios para lograr la condenación eterna de las 
almas.

3) Dios previó el riesgo en darle la libertad tanto al hombre como al ángel.

Pero allí está la fuente de la felicidad:
En elegir el bien y realizarnos como personas, es más, para el creyente, elegir a Dios y tener la felicidad de poseer al Sumo Bien y a la Fuente de la Eterna Felicidad.

Si no hubiera creado robots o máquinas sin poder de decisión.

De hecho, no todos se volvieron malos: 
Hay muchos testigos de Cristo que lo buscan y lo aman, y aman a sus hermanos y al universo que los rodea.

Y muchos ángeles buenos que desde la gloria nos acompañan en nuestro camino hacia la Casa del Padre Celestial, que ya desde ahora empezamos a gustar.

4) Sin duda que la gracia tiene un efecto curativo y sanante, tanto a nivel psico-físico como espiritual.
Por eso, en los casos de exorcismos, se emplea un equipo, desde médicos, psiquiatras, psicólogos, hasta el sacerdote exorcista.

Siempre hay que discernir, y muchos males pueden ser normalizados por la acción liberadora, sanadora, curadora y reconciliadora de la gracia, recibida a través de los sacramentos, de la lectura de las Sagradas Escrituras, de los actos virtuosos de amor a Dios y al prójimo, en fin, llevando una vida santa.