La Navidad y la dignidad de la procreación

Autor: Gustavo Daniel D´Apice

Webs del autor en: catholic.net y Dialogando

 

 

Según la introducción de la Evangelium Vitae, (“El Evangelio de la Vida”, de Juan Pablo II), cada niño que nace trae la alegría de la Navidad.

Y la misión del Niño de Belén es traer Vida, y Vida en abundancia (Jn. 10, 10).

Por eso, toda persona humana posee una dignidad y un valor incomparables, ya que Dios, en cierta manera, se unió con la Encarnación a todo hombre, varón o mujer.

Y permanece en la Casa del Pan (Belén) hecho Eucaristía en nuestros Sagrarios.

En nuestro tiempo crece la amenaza contra la vida humana, principalmente la más desvalida e inocente, que es la vida por nacer.

La Iglesia toma la defensa de la Vida frente a los nuevos atentados y manipulaciones que hay en torno a ella, principalmente en torno a su nacimiento y su muerte, procurando establecer una Cultura de la Vida en la Civilización del Amor, y oponiéndose la cultura de la muerte.

El Don de la Vida, que Dios ha confiado al hombre, exige que se tome conciencia de su inestimable valor y que se lo acoja con responsabilidad.

Algunos problemas morales surgen de intervenciones artificiales sobre la vida humana en sus comienzos y sobre los procesos procreativos, los cuales, más que ser una intervención quirúrgica y científica, deben ser frutos del amor en la unión del hombre y de la mujer, abiertos a la intervención de Dios..

Algunas intervenciones “médicas”, más que ayudar al proceso procreativo, buscan lamentablemente sustituirlo, queriendo convertirse en sucedáneos de Dios y de los padres en los inicios de la vida humana..

Por lo que debemos salvaguardar los valores y derechos de la persona humana en las intervenciones sobre la procreación, no queriendo sustituir la intervención del Dios que da la vida a través de los padres.

Está el deseo del hijo, pero no el “derecho” al mismo de cualquier manera.

La Iglesia, “experta en humanidad”, nos guía en este proceso, respetando, defendiendo y promoviendo al hombre en su derecho fundamental a la vida y su dignidad como persona. 

Belén, la Casa del Pan, nos trae un bello ejemplo del amor que engendra la Vida, la educa y la hace crecer, respetando los Planes de Dios y sus designios sobre la misma.



Cfr. “Donum Vitae”, Instrucción sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación, de la Congregación para la Doctrina de la Fe.