“Engendrado, no creado”, o las blasfemias de un columnista

Autor: Padre Guillermo Juan Morado


            A falta de argumentos, la blasfemia parece ser un recurso útil para algunos columnistas. No se puede pensar de otro modo si uno ha leído el artículo “Engendrado, no creado”, publicado estos días en el “Faro de Vigo”. A la hospitalidad del periódico me acojo para manifestar, mediante esta carta, mi disconformidad con ese texto, que no creo que pase a la historia del periodismo de opinión.  

            ¿Que el autor está de acuerdo con la clonación de embriones humanos con fines terapéuticos?, pues allá él ¡Por mí como si consigue retroceder en el tiempo, convertirse de nuevo en embrión y dedicarse a ejercer de cantera de células troncales! Espero, eso sí, que no usasen esas células de periodista embrionario para regenerar ninguno de los tejidos de mi cuerpo. Por miedo al rechazo, más que nada.  

            Diga lo que diga el periodista embrionario, que tiene el mismo derecho a expresar su opinión que, pongamos por caso, el club de abrillantadores de los retretes públicos, no se puede desconocer la complejidad que plantea la clonación terapéutica, además de las fundadas dudas sobre la legitimidad moral de la misma. Eminentes especialistas han expresado, con argumentos serios, sus reservas. Por ejemplo, el presidente de la Asociación Española de Bioética y Etica Médica, Manuel de Santiago, y otros científicos como el catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense, César Nombela, y el catedrático de Genética, Juan Ramón Lacadena.  

            Entre las muchas voces críticas, se ha podido oír también la voz de los Obispos españoles. Evidentemente, está en juego el respeto a la vida humana, y un embrión humano es vida humana, y es lógico que los representantes de la Iglesia Católica - de la que forma parte un número de ciudadanos españoles nada desdeñable - manifiesten su parecer sobre el tema. Pero bueno, dejemos que hasta ahí se desahogue el columnista con vocación de embrión terapéutico.  

            Lo que ya no me parece de recibo es que ofenda a los católicos, burlándose de la generación de Cristo, de su nacimiento virginal y de su muerte en la Cruz. La blasfemia puede ser un recurso fácil, pero es un procedimiento inadmisible en una sociedad que tenga un mínimo de respeto a la libertad religiosa de los creyentes; que son también, no lo olvide el periodista embrionario, ciudadanos del Estado y no “parias” de los que mofarse impunemente.  

Mondariz.

19.Febrero.2004