A quienes la Iglesia les molesta

Autor: Padre Guillermo Juan Morado 

 

 

A usted, laicista, la Iglesia no le gusta. Incluso parece que le incomoda su existencia. Es su percepción y su opinión. Y yo la respeto. Pero la Iglesia no es una especie de entidad abstracta. La Iglesia la formamos todos los bautizados. Es la comunidad de los creyentes en Cristo. La Iglesia está cerca de usted, le agrade o no: en su familia, posiblemente; en su comunidad de vecinos; en el bar donde se toma un café o en la playa donde, bajo una sombrilla, disfruta de las horas de descanso.

Le molesta encontrarse con
la Iglesia en su declaración de Hacienda. Bueno, puede ser. A mí también me molestan muchas cosas que se hacen con los impuestos que yo también pago. Por ejemplo, que se financien abortos a costa del erario público, que se destine parte de mi dinero a subvencionar asociaciones o grupos que, a mi modo de ver, no aportan nada de bueno. Pero tengo que aguantarme. Vivo en una sociedad, y a mi lado hay gente que no piensa como yo. A usted le dan la posibilidad de marcar o no una cruz. A mí no me reconocen el derecho a la objeción fiscal, para que ni un céntimo de euro de lo que pago sea destinado a lo que estimo que es un mal.

Le fastidia que se hable de las clases alternativas a
la Religión. A mí me inquieta que se quiera convertir esa asignatura en un desecho, en escoria, en un apéndice prescindible dentro de un curriculum académico. Y me desazona que, quienes no quieren recibir esa enseñanza, impongan a quienes sí quieren que sea una materia de segunda.

A usted le enoja recaudar fondos en favor de una institución de carácter religioso. A mí que no se reconozca la cantidad de dinero que desde
la Iglesia se destina a hacer el bien. Imagínese una huelga de la Iglesia : cerrados los colegios, los hospitales, las casas de acogida y los asilos; cerrados todos los centros de atención social. Tendría usted, no lo dude, que pagar muchos más impuestos.

A usted le molesta que le pidan dinero para restaurar un templo. Pero usted no ignora que las subvenciones públicas nunca cubren la totalidad de los gastos de una obra. A mí me abruma que no se tenga en cuenta que los párrocos, sólo por abrir cada día las iglesias, por vigilar si hay o no goteras, son, de todo el país, los que más contribuyen a la conservación del patrimonio histórico.

A usted le molesta que se pretenda mantener la asignatura de Religión. A mí que no se reconozca el valor del hecho religioso. Que se ignore la aportación de
la Iglesia a la cultura. Que se prive de su condición de razón a la razón creyente. Que se dé por descontado que para ser intelectualmente rigurosos, o incluso para pensar con un mínimo de lógica, haya que partir del laicismo como presupuesto.

A mí me molestan todas esas cosas. Y me topo con ellas cada día. Hasta leyendo los periódicos.