No hay homicidios pequeños. A los 20 años de la despenalización del aborto en España

Autor: Padre Guillermo Juan Morado 

 

 

          Acaba de ser publicado un libro del Cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI, titulado “ La Europa de Benito en la crisis de las culturas”. Se trata de una obra en la que se recogen tres conferencias del Cardenal, pronunciadas en diversas ocasiones. La segunda de estas conferencias lleva por título “El derecho a la vida y Europa”, y en ella, el actual Papa, en referencia al drama del aborto, escribe: “no existen ‘pequeños homicidios’”. La vida humana es sagrada e inviolable. Jamás se puede atentar contra el derecho a la vida de un ser humano inocente.  

          Esta consideración resulta especialmente pertinente si atendemos al “Informe sobre la evolución del aborto en España: 1985- 2005” , elaborado por el Instituto de Política Familiar y hecho público en Julio de este año (puede consultarse en www.ipfe.org/informeaborto19852005.pdf ). A los veinte años de la despenalización del aborto en España, el balance que se puede realizar es estremecedor: Más de 700.000 bebés murieron en España a causa del aborto provocado. El aborto se convierte así en la primera causa de muerte en nuestro país.  

          Cada 6, 6 minutos se practica un aborto en España. Uno de cada seis embarazos termina en aborto. Cada día 220 niños dejan de nacer a consecuencia del recurso al aborto. Sólo en 2003 se eliminaron por este procedimiento a 79.870 niños en etapa de gestación. Un número equivalente a toda la población de Soria o de Teruel. Cada vez más, la mayoría de las mujeres que abortan son adolescentes o jóvenes menores de 24 años.  

          El drama está ahí, no por silencioso menos real. Y frente a este drama – un auténtico holocausto – está con frecuencia nuestra mirada indiferente. Parece que nos hemos acostumbrado a vivir con él. Nos resulta “normal” que cada año algunos “médicos” maten a cientos de miles de niños a petición de las madres de estos bebés que estaban siendo gestados.  

          “No existen ‘pequeños homicidios’”. Esta frase del Papa ha de servirnos de acicate, a todas las personas sensibles a esta tragedia, para no resignarnos ante esta siniestra manifestación de la cultura de la muerte. Cuando el aborto sea universalmente reconocido como lo que es, una salvajada, las generaciones futuras mirarán hacia atrás y se preguntarán qué hemos hecho los que ahora vivimos para erradicar ese mal. ¡Qué no se encuentren, al menos, con nuestro cómplice silencio!